La razón, a “juicio”.

“Los hombres quieren volar, pero temen al vacío. No pueden vivir sin certezas, por eso cambian el vuelo por jaulas. Las jaulas son dónde viven las certezas.”

F. Dostoyevski                                                                                    

                                                                                         G. Saúl García Cornejo

Si le preguntamos a un filósofo, que se necesita para ser filósofo, la respuesta más común sería: Tener la capacidad de poner todo en duda. ¿Por qué? Es la manera de razonar y ésa en la primera fase. Parece simple, pero hasta el ser humano más sencillo, puede filosofar. Otra cosa, es tener un método científico para la misma acción, razonar sobre algo, o alguien, es decir, “ponerlo en tela de juicio.”

A este simple razonamiento, surge otro: Todo tiene un opuesto. Y en este caso, sería lo no-razonable. Así visto, entonces todo se puede resolver con filosofar. Sin embargo, lo primero que se puede oponer, es la realidad y sus contingencias. Lo que nos llevaría al inicio y, tal vez así nos pasa en la vida: Volver a empezar, como una respuesta, incluso, a enmendar errores de juicio. Lo que parece pues, razonable.

Lo anterior, es una forma no muy elaborada y por tanto, alejado de lo que han planteado y seguirán, los filósofos científicos; que así son difíciles de entender en sus abstracciones. Que igual, es un riesgo cuando se les interpreta de manera equivocada o hasta maliciosa. 

Llamó mi atención, un párrafo de Francisco Socas, en su prólogo a la obra de Lucio Anneo Séneca, titulada “Sobre la brevedad de la vida.”, dice el fragmento aludido: <<La filosofía es desengaño, liberación de consoladoras ilusiones para acceder a unas realidades más plenas y por tanto más satisfactorias. El juego no deja de ser peligroso. Nos abre los ojos a realidades dolorosas y luego nos suministra el bálsamo del amor a nuestro propio destino.">> Se entiende como que la Filosofía, nos va a despertar y aceptar nuestro devenir. Con eso tendríamos para entretenernos, lo que para algunos podría ser fuente de inspiración y ahondar en el tópico; mientras otros –muchos, tal vez- sea distracción y pérdida de tiempo. Pero, con un riesgo latente, de perderse en el camino. En fin.   

Y digo con respeto a las personas que disientan: Cierto es que vivimos en un mundo tangible, visible. ¿Debemos tocarlo, para saber que existe? ¿Qué obtenemos en la búsqueda de lo que ya tenemos? ¿Faltará sólo la aceptación, para entender qué queremos? ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es pues, nuestro propósito? y éste, ¿Concuerda con los que nos rodean? No se puede negar, que esto, es filosofar.

Entonces ¿Una certeza, es la historia, para conocernos? Si atendemos lo que dice el epígrafe de hoy, estaríamos en una jaula. Y por cierto, la historia dependerá de quién la cuente. Siempre hay un ganador que la escribe, sin embargo, los perdedores podrían no tener la misma narrativa. Luego, surge otra tendencia que señala que el pasado no debe atraparnos, y menos el futuro: Aquí y ahora, con esas dos palabras y la conjunción, el pretérito, pasó ya no está, ni existe, y el porvenir menos se sabe hoy. 

Será una de tantas razones o sinrazones para que el Ser Humano contemporáneo, se haya desilusionado, haya dejado de creer hasta en sí mismo, no digamos en todas las Instituciones, o es exagerado llegar a esa conclusión, incluso, estemos perdidos. Pero ahí están los hechos. Todo es contradicho y muchas veces sin un argumento surgido de dilucidar. Se trata de destruir para erigirse en triunfador, como lo han hecho los grandes bárbaros. Eso explica cómo es que se busca a Dios, cuando no se ha ido a ninguna parte, somos los humanos, los que nos alejamos y más, durante esas crisis de desilusión irracional. Dijo Baruch Spinoza, reconocido filósofo: “Todo lo que existe es parte de Dios y, que Dios está en todo lo que existe.”

De sólo considerar cuántas opciones hay hoy día, para cualquier necesidad, es una locura. Así que debemos andar, con “pies de plomo”.

¿Qué opinan?