NUESTRO RÍO

El mundo no está fuera de nuestro entorno donde todos los días vivimos. El mundo no está en otro lugar, en otro planeta, en otra ciudad, en otra mente. El mundo está aquí y ahora. Y gozamos de aire, y gozamos de cielo, y gozamos de agua. Sin embargo, hemos acostumbrado a nuestro ser a tolerar lo injustificable. ¿Quiénes somos cuando toleramos el nivel de atrocidad de mirar cómo todos los días se lastima a nuestro río? Hoy, un legado, patrimonio natural, cauce natural, fundamento de nuestra civilización, el río laja en Cortazar Guanajuato, sufre atrocidades. El río laja es depósito de basura, de residuos industriales, y es maltratado siendo principal emblema y fundamento del pueblo de Cortazar. Ni sus gobernadores, ni sus presidentes, ni sus alcaldes han ocupado esfuerzos y gestiones para hacer respetar su patrimonio y su vida. Todos los días lo lastiman. Así, vivimos índices indescriptibles en asesinatos. Sin respeto a nuestros ríos, a nuestra flora y fauna, a nuestro espíritu—¿Cómo entonces se podría esperar que haya un respeto por la vida humana?
Hemos perdido condición humana, amor por lo propio.

Hoy, despertar es reflexionar la importancia inmediata que entraña generar un nuevo consenso por acordar una lucha conjunta por nuestro futuro.

Hemos escuchado alcaldes, gobernadores, presidentes que siempre dicen que lo más importante que podemos legar a nuestras futuras generaciones, a nuestros hijos, es su educación, para fundamentar labores de estado y respeto a una constitución que tampoco se ha respetado. Por eso, es inconcebible, ilógico y estúpido decir que hacemos por legarles educación, cuando no se hereda aire limpio, agua limpia, ecosistemas, medio ambiente. Sin eso, sin vida, no hay nada. El respeto por el planeta es fundamental. Somos materia orgánica, se dice fácil. La madre tierra nos da todo. La naturaleza nos alimenta, nos nutre, nos recrea, nos forma, nos da vida, nos alimenta de vida, de belleza cuando palpamos, miramos su cielo, sus nubes, cuando nos bañamos en su mar, cuando andamos con pies descalzos por la playa, cuando acariciamos a sus animales, cuando sus animales nos ayudan, cuando procreamos, cuando gustamos de sentir el amor por pertenecer aquí y más allá. Todo está conjunto, y la madre tierra no produce basura, no contamina, al contrario, crea, siempre crea, siempre es, siempre renueva, siempre evoluciona. Es lo que saca el hombre de su corazón lo que contamina al propio hombre, y no lo que él nutre a su ser por el mundo. De la abundancia del corazón, habla la boca.

¿Qué queremos decir?
¿Qué habla el hombre?
¿Qué dice con sus acciones?

Nuestro respeto por nuestra propia condición como entes de este planeta se ha ido deteriorando de forma sustancial y muy elemental al grado de agraviar nuestro proceso de evolución consciente.
¿En qué estamos pensando?

¿Qué hacen nuestros gobernantes al respecto?—Gastan y gastan dinero y más dinero, en armas, en policías, en violencia, en promover inversiones, armadoras automotrices. Pero no hay inversión en nuestro medio ambiente. Aquí donde vivo, el bajío, se considera parte de la zona diamante, zona importante para las inversiones por su posicionamiento geográfico, atractivo para los empleadores de otros países. Año tras año, gobernantes se preocupan por eso sin garantizar aire limpio a los ciudadanos y se hacen llamar progresistas y gestores de buenos gobiernos. Hacen juntas industriales y a unos pasos los ríos contaminados y la violencia en la cúspide. Desde hace siglos saquean a México, por oro, por plata, por esclavos, por indios, y decomisan playas, puertos marítimos, más y más para otros. ¿Dónde está nuestra soberanía?
En vez de trabajar por nuestra armonía natural, la soberbia y el abono por diferenciar casta, raza y economía, sólo ha agudizado la indiferencia entre nuestro trato, el maltrato entre nosotros, la envidia, el egoísmo, el maltrato a lo que somos.
Nosotros somos el aire, el viento, el cielo, la tierra.

Luchar por nuestro futuro depende de nosotros.
Construir el progreso con  responsabilidad, y compromiso al cambio. No es posible, que Guanajuato mismo, tan sólo con cinco ciudades compite contra urbes como Monterrey, Guadalajara y ciudad de México en ser de las más contaminantes. Aquí, protagoniza esa competencia en el ranking nacional por ciudades más contaminantes: León, Celaya, Irapuato, Silao, Salamanca.

Mientras el mundo de vanguardia apuesta en su desarrollo por la preservación natural como sistema sustentable para albergar mayor calidad de vida; aquí, por otro lado se apuesta por la comida rápida, por la impaciencia, por el consumo, por el deterioro de la vida y del ser. Aquí en Guanajuato, en el bajío de la república mexicana, las políticas públicas han ido en sentido de construir sociedades que no apuestan por el ecosistema, por nuestro medio ambiente, y turismo, para ellos, sólo es cine, carros, comida rápida. Nuestro turismo se concentra en el legado de patrimonio histórico, que dejó Porfirio Díaz o nuestros ancestros indígenas, pero ni eso cuidan.

Tan sólo en Cortazar Guanajuato, su puente colgante— inaugurado por el General Álvaro Obregón, es un monumento todavía de uso, y además en el olvido total por las autoridades. A las autoridades no les importa ese importante legado bio cultural, patrimonio del pueblo, del estado y la república.  Se trata de un monumento inaugurado por una figura histórica del país, presidente de la república. Ningún otro presidente ha venido a visitar a Cortazar Guanajuato, ni como candidato, excepto Andrés Manuel López Obrador. Por eso urge, levantar la voz, y enfatizar la urgencia de rescatar este patrimonio natural que ha venido a ser soslayado por las anteriores administraciones y que parece tener la misma conclusión por las actuales. No les importa.

Es suficiente.
Crecí al lado del río laja, cuando ya sufría estragos de contaminación y se había secado el río.
Algunas veces fue amenaza por inundaciones.
Un alcalde incluso volvió centro de recepción de basura y reunión al río laja, y eso mal acostumbró e impulsó la cultura de contaminación en el pueblo. Ahora el río es visto como un depósito para los residuos, para lo que no quiere la gente. Su suciedad, ya no importa. La gente todos los días piensa que así es y que así debe ser sin gestar intolerancia ante la contaminación que eso provoca. Gobierno tras gobierno, hacen esfuerzos mediocres por salvaguardar nuestro ecosistema. Los alcaldes juegan a ser alcaldes, los diputados igual y los gobernadores a hacer cabildo para salvar al partido en el país con miras a financiar las elecciones federales. Y puro poder por poder, mientras la gente enferma, se agudizan las crisis por cáncer en piel, por la falta de calidad de vida, por una falta de respeto nuestro ecosistema y medio ambiente.


Años y años y sólo hemos augurado que la corrupción se ha asentado en el estado. Diversas compañías e industrias han venido a contaminar sin repercusión alguna por sus actos y daño a un patrimonio de todos. Esa es la conciencia que ha venido imperando. Se hizo a un lado la procuración de justicia ambiental, y el ser humano se ha puesto por encima del medio ambiente sin resguardar su relación con el mismo. El resultado que tenemos es una civilización enferma, desequilibrada. Hoy, es suficiente. No podemos permitir que el tiempo siga su curso sin atender nuestra prioridad. Somos el organismo, somos la tierra, somos el río que ha perdido cauce, somos la fauna perdida, somos la flora que ya no aparece. Somos estas consecuencias. Por mis hijos, por nuestras generaciones, por mi presente existencia, por mi vida, por la de mis semejantes, debemos rescatar nuestro ecosistema, nuestro medio de subsistencia. No hay nada más bello que nuestra tierra. No hay nada más hermoso que el cielo, que la tierra, que el sol, que las flores, que la creación misma que late vida en el universo, que da sentido al orden del cosmos, a nuestra presencia aquí y ahora. Hoy, es tiempo de actuar por restaurar el balance, y crear y ser parte de una cultura de medio ambiente resiliente, pensando, abordando y nutriendo planes de acción para prosperar y convertirnos en una sociedad auto-sustentable, ecológica, armónica, sustento de sí, es decir, sustento de la tierra, por la tierra, por nuestro ambiente. Queremos ser parte y líderes en la región y en el mundo de ser contribuyentes al rescate de nuestro planeta. Las historias son reales, son ficción, pero ya no podemos ser omisos ante un hecho palpable como lo es el sufrimiento de nuestra tierra, de nuestro río, que queda en el olvido, que ni siquiera vive luto por nosotros por su muerte. La resurrección de su vitalidad es posible.
Podemos ser parte de la solución, pensando, actuando, reflexionando, re-valorando nuestras prioridades, re imaginando y reinventando soluciones.

Mi exhorto es que reconstruyamos nuestro tejido social, recuperando nuestra esencia, nuestro principal insumo: agua, aire, tierra. Que conservemos nuestro principal patrimonio natural y biológico al mismo tiempo que impulsamos y fomentamos un desarrollo sustentable. El planeta, nuestro entorno, necesita soluciones, necesita un cambio urgente, un plan de acción y no podemos seguir mirando sin sentir, caminando sin saber que andamos por nuestra vida aquí y ahora, por nuestro futuro, por nuestro legado. Queremos conciencia, queremos ver en el río la sabiduría, reflejarnos ahí en nuestro hogar, en nuestro futuro. Defender al medio ambiente y a nuestra comunidad sólo va a ocurrir si forjamos músculo y una voz poderosa, portentosa que nos lleve a la inspiración, al cambio por renovar este sistema de putrefacción; renovemos nuestra visión, nuestros actos, nuestra esencia. Siempre hemos sido gloriosos, y no podemos continuar en este sendero de acciones que no prometen rumbo, que sólo han prometido engañarnos con falsos espejos de progreso. Un futuro verde y pacífico es lo que buscamos.
Firma por un compromiso firme, que convierta a nuestras áreas naturales en regiones protegidas, valoradas, asentadas en nuestro patrimonio cultural. Queremos un lugar que conecte con nuestra alma, con nuestro espíritu, que nos lleve a ser mejores, no a caer en más violencia. Queremos ver belleza en todo nuestro alrededor. Queremos una economía local fuerte, una economía vibrante, de vida, que incluya a todos sus habitantes.
Por eso, pelea por nuestro futuro.

La crisis es real, si no presionamos padeceremos peores consecuencias de las que ya estamos siendo parte. Por eso, lucha por nuestro futuro. Depende de nosotros construir progreso, con responsabilidad y compromiso y cambiar ya esta respuesta mecánica que se ha forjado rumbo a la auto-destrucción. No queremos más daño y devastación de inimaginables proporciones. Es suficiente.
Esta área natural debe ser protegida, rescatada, restaurada. Su protección es prioridad, pero su reforestación, su resguardo, su renovación, es crucial.

Un día, nosotros necesitamos del río. Hoy, el río nos necesita.
Por el río se forjó esta ciudad.
No perdamos el sentido verdadero de nuestro asentamiento aquí en la tierra.

Nuestro río nos llama.
Nuestro río nos necesita.
Esta es nuestra historia, y nosotros seguimos siendo el cambio. Podemos elegir.
¿Involución ó evolución?

Un futuro verde, pacífico, aún es posible.


Erick Xavier Huerta Sánchez






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