«Chile, el estallido social de Latinoamérica»

"Ya quisiera México tener los problemas de Chile", dicen algunos analistas (sin mencionar a Leo Zuckerman)  del mainstream mexicano para exonerar al neoliberalismo y defender los intereses oprobiosos que acompañaban a la república en los sexenios anteriores. Ya quisiéramos tener esos problemas, porque Chile tiene mucho producto interno bruto, porque tiene menos pobreza y porque tiene mejores niveles de educación que en México.

Ya quisiéramos dejar a los privados el manejo de las aguas, de la luz eléctrica, para que corran de CFE a Manuel Bartlett.

Presumen y presumen de Chile, su modelo neoliberal impuesto a través de un golpe de estado con intervención norteamericano para implantar una dictadura militar. ¿A ese costo queremos el progreso económico? ¿Queremos el progreso económico a partir de imposiciones y pérdida de libertades?
¿Se les olvidó las atrocidades de Augusto Pinochet? —Son las libertades democráticas, y el propio legado de la última gran democracia de Chile lo que propició que la sociedad tuviera bases sólidas, bases en las cuales hoy sus principios motivan a millones a salir a protestar a las calles por su derechos civiles.

Ni siquiera funcionó el golpe de estado Pinochetista, tanto que fracasó en 1982 con una terrible crisis económica. Este control de parte de Norteamérica, tiene mucho que ver con el control que quiere hacer sobre todo el continente para que sucumban a sus intereses, y más en esa región donde se reparten con los británicos, los intereses de control financiero sobre esa región de América. Acabar con Salvador Allende, que se declaraba enteramente socialista, era contrarrestar la oleada política de esa corriente sobre la región. Al tanto que Hugo Chávez ascendió al poder engañando a las elites y a Washington de que él era como ellos, para así infiltrarse en la carrera por la presidencia y participar en el juego democráticos de las elites que siguen las órdenes de Washington. Y Chávez acabó por ser un dolor de cabeza para Estados Unidos de Norteamérica hasta que se murió. ¿Pero qué pasó ahora con Chile?—Los chilenos pensaron que estos avances macroeconómicos reconocidos por todo el mundo, se verían reflejados en sus bolsillos, pero no era así, porque cada día veían cómo se iban encareciendo productos y servicios, y como habitaba la injusticia social en su entidad, producto de la propaganda del mainstream norteamericano, porque en univisión, en la media internacional de los gringos, hay algunos malos, como Kirchner, Lula, Mujica, Chávez, Maduro. Bolsonaro es bueno, y Macri es bueno, según la lupa de la media autorizada en Norteamérica
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Es un poco estúpido comparar Chile con México, cuando la propia geografía hacen de los países, casos distintos en su dinámica política y social. Primero, porque México cuenta con una jaula geopolítica al ser vecino de los Estados Unidos de Norteamérica. Cuenta con problemáticas que a Chile no le tocan, porque no es vecino de los Estados Unidos. Nadie quiere cruzar por Chile para querer llegar a los Estados Unidos de Norteamérica. Chile no es territorio de origen, de tránsito y destino para los migrantes, en cambio, México sí. Chile no es productor, tránsito y destino de narcóticos, como México. Chile no tiene a Centroamérica debajo. Chile está más cerca de Venezuela, país con la mayor reserva de petróleo en el mundo.

A Chile no corren los Argentinos, como hacen a México.
Nadie quiere cruzar ni tiene que cruzar Chile por una vida mejor. Colombianos no huyen a Chile por una vida mejor.

Chile tiene acceso directo solamente al pacífico.

México cuenta con mayores retos, con una posición geográfica que lo ubica prácticamente al centro del corazón del continente americano. Chile no recibe los millones de migrantes de África, de Centroamérica, y del propio continente, de Argentina, de Colombia, de Guatemala, de Honduras, del Salvador.

Ah, pero para los nostálgicos del neoliberalismo apuestan con una comparativa de tremendas proporciones disonantes entre un país y otro para defender un sistema económico y político caduco, que tiene harto a la sociedad y sobre todo a las nuevas generaciones, y es el caso emblemático de Chile.

Los neoliberales, fanáticos de Von Mises, Hayek y Friedman, acusan que como nunca antes vivimos mejor. Bueno, sin recurrir a contar el contagio y el tremendo desenvolvimiento que ha venido teniendo la violencia en el mundo, no podríamos cantar victoria y mucho menos con todos los países que son explotados justamente por esas súper potencias económicas que siguen fielmente las políticas de los grandes Ronald Reagan, y Margaret Thatcher; sí, sí señores, vivimos mejor, porque tenemos facebook, amazon, google, netflix, twitter, youtube. Al paso que hemos seguido, hemos perdido aire limpio, paz social, bienestar, cultura, cohesión. ¿Este es el mundo que quería Pinochet, Von Mises, Hayek y Milton Friedman?—Siguen alardeando que no hay cambio climático, y que la producción en masa es mejor para que haya mejor distribución de la riqueza, con la concentración de esa maniobra capital en unas cuantas manos alrededor del mundo. Pero la desnutrición se agrava, la violencia se exacerba, y podemos afirmar, que vivimos tiempos de oscurantismo. Ah, pero es que el asunto no es atentar contra el modelo, sino buscar culpables, que sean migrantes, que sean otros pueblos que han sido explotados o que no están dentro de la línea cultural que conviene a occidente para entonces buscar cómo estereotiparlos, y por medio de la propaganda, estigmatizarlos.

Ahora, hasta han destapado la coladera de corrupción que se aguardaba en Chile con el crimen organizado, porque donde atacan bancos, y a gobiernos, nunca más se vuelven a asentar en el mismo lugar y de esa manera va barriendo el lugar el crimen organizado para ir apoderándose de territorios, eso sumado al sistema corruptógeno en el que ha venido a resultar el maravilloso neoliberalismo. Donde hay neoliberalismo, hay tremendos índices de corrupción.

En Chile piden la renuncia de Sebastián Piñera, gran gerente de los intereses de Washington. Así está Chile, harto de esos intereses, que buscan más justicia social para sus derechos civiles atropellados durante décadas. Hoy, por fin el pueblo se hartó de aquel legado de la era Pinochetista. Quieren un estado de bienestar, quieren salud pública, quieren movilidad social. Están hartos de la desigualdad. Ahora, otra vez el grupo de golpistas que se basan en Hayek para imponer sus intereses oprobiosos, salen a relucir que hay factibilidad para el uso de la fuerza de los militares para contrarrestar protestas. Aquí sí cabe reprimir, cuando se trata del neoliberalismo, pero cuando lo hace el régimen de Maduro, entonces la moral de liga va a pervertir el asunto de ejercicio del uso y propósito de la fuerza del estado. Es decir, mientras sea el sistema de los que abanderan a Von Mises, está bien reprimir libertades, y si lo hace otro que hable de Marx, entonces está mal. De ese calibre ha venido siendo el debate económico, político y social en el mundo.

Explotó el laboratorio modelo de los norteamericanos en América Latina.

Erick Xavier Huerta

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