«MORENA» EL FUTURO DE MÉXICO
Hay personas que quieren continuar pensando que lo que ocurrió en 2018, no tiene repercusiones mayores que haberle dado el triunfo al movimiento social, político y económico, disruptivo que encabezó Andrés Manuel López Obrador.
A penas en el año 2014 consiguió registro como partido para competir electoralmente, en 2015. Y cuatro años más tarde, se convirtió en un fenómeno político mundial. De ese tamaño es el reto para «morena», pues de lo contrario, pasará a la historia solamente como un estallido, como una flama que rápidamente se apagó ante una efervescencia de un país que ha venido buscando un cambio. Y eso, es tremendamente peligroso. Se trataría de un tremendo fracaso y una enorme frustración para los millones de mexicanos que día con día suman confianza en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para poder salir del bache de rezago educativo, de pobreza, de tremenda brecha de desigualdad que heredaron los gobiernos anteriores. Además de eso, de los narco-estados, de los narco-políticos que siguen operando en varias partes del territorio nacional.
Muchos golpistas, de tribus, como puede ser el ejemplo emblemático de Emmanuel Reyes, devenido del oportunismo para escalar al recinto de San Lázaro para se diputado federal, ganando por la coalición del PRD-PAN y Movimiento Ciudadano, es para esclarecer justamente el desorden que se ha venido a mostrar en las asambleas fallidas de «morena» donde no puede caber el orden y la institucionalización. Ya había hasta colocado como delgado a su papá, Emmanuel Reyes.
En eso estriba la disyuntiva, el punto de quiebre de morena frente a la historia. ¿Habrá de poner orden el presidente como lo hacía antes el PRI, con dedazo? ¿Habrá de poner orden bajo la misiva de perredizar a morena, y dejar que las tribus y grupos se sigan peleando las esferas del poder?—Esa es la disyuntiva. ¿No hay otra alternativa?
Lamentablemente, López Obrador fue el dirigente que encauzó el movimiento social y político de morena hasta constituirlo como partido y dejarlo encarrilado para poder ganar en 2018. Así ocurrió. Ningún otro dirigente, militante o líder ha sido capaz de poner orden. Quienes estaban ayudando a López Obrador ahora están en gobierno. Pienso que Mario Delgado no debería aspirar a dirigir al partido cuando está en la coordinación parlamentaria de San Lázaro dirigiendo los intereses del grupo morena, porque eso habría de violar el principio de separar los intereses de partido del gobierno. ¿Cómo será posible que Delgado quiera que el partido supervise sus funciones como diputado cuando es al mismo tiempo el dirigente? ¿O cómo va a combatir la corrupción del gobierno el partido cuando es amigo de todos y se encubren sus intereses siniestros? Si no hay separación de objetivos e intereses, no habrá cambio.
Para que Morena se diferencie de los otros partidos, del bipartidismo y de sus satélites, es necesario que se escuche a líderes que no estuvieron ahí. Ex panistas, ex priístas, ex perredistas y demás sólo conocen eso, esa manera perversa de hacer política. No saben de otra cosa. Para que Morena sea diferente tiene que apostar a miembros que no saben de esa mezquindad, de esas atrocidades, porque su visión es esa, así conciben la política.
El partido político debe servir como centinela para supervisar que en gobierno, los funcionarios emanados de la institución actúen apegados a esos principios de plataforma política por el cual luchan y abonan para el desarrollo y crecimiento de México. Y esto tiene que partir de un verdadero discurso de orden, con claridad y de liderazgo que provoque en las conciencias de la sociedad política del partido, a que actúen en consonancia, en congruencia, con principios, y se alejen de la mezquindad por pervertir la función pública, política que desemboca en el desorden que hemos estado viendo. De lo contrario, continuará el caos y el presidente acabará optando por dejar que su partido-movimiento, muera, desfallezca. Y con eso, la oportunidad de que la oposición se una y consolide un frente amplio, que pueda lograr regresar a obtener las mieles del poder que tanto han degustado por décadas en la federación.
Erick Xavier Huerta
A penas en el año 2014 consiguió registro como partido para competir electoralmente, en 2015. Y cuatro años más tarde, se convirtió en un fenómeno político mundial. De ese tamaño es el reto para «morena», pues de lo contrario, pasará a la historia solamente como un estallido, como una flama que rápidamente se apagó ante una efervescencia de un país que ha venido buscando un cambio. Y eso, es tremendamente peligroso. Se trataría de un tremendo fracaso y una enorme frustración para los millones de mexicanos que día con día suman confianza en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para poder salir del bache de rezago educativo, de pobreza, de tremenda brecha de desigualdad que heredaron los gobiernos anteriores. Además de eso, de los narco-estados, de los narco-políticos que siguen operando en varias partes del territorio nacional.
Muchos golpistas, de tribus, como puede ser el ejemplo emblemático de Emmanuel Reyes, devenido del oportunismo para escalar al recinto de San Lázaro para se diputado federal, ganando por la coalición del PRD-PAN y Movimiento Ciudadano, es para esclarecer justamente el desorden que se ha venido a mostrar en las asambleas fallidas de «morena» donde no puede caber el orden y la institucionalización. Ya había hasta colocado como delgado a su papá, Emmanuel Reyes.
En eso estriba la disyuntiva, el punto de quiebre de morena frente a la historia. ¿Habrá de poner orden el presidente como lo hacía antes el PRI, con dedazo? ¿Habrá de poner orden bajo la misiva de perredizar a morena, y dejar que las tribus y grupos se sigan peleando las esferas del poder?—Esa es la disyuntiva. ¿No hay otra alternativa?
Lamentablemente, López Obrador fue el dirigente que encauzó el movimiento social y político de morena hasta constituirlo como partido y dejarlo encarrilado para poder ganar en 2018. Así ocurrió. Ningún otro dirigente, militante o líder ha sido capaz de poner orden. Quienes estaban ayudando a López Obrador ahora están en gobierno. Pienso que Mario Delgado no debería aspirar a dirigir al partido cuando está en la coordinación parlamentaria de San Lázaro dirigiendo los intereses del grupo morena, porque eso habría de violar el principio de separar los intereses de partido del gobierno. ¿Cómo será posible que Delgado quiera que el partido supervise sus funciones como diputado cuando es al mismo tiempo el dirigente? ¿O cómo va a combatir la corrupción del gobierno el partido cuando es amigo de todos y se encubren sus intereses siniestros? Si no hay separación de objetivos e intereses, no habrá cambio.
Para que Morena se diferencie de los otros partidos, del bipartidismo y de sus satélites, es necesario que se escuche a líderes que no estuvieron ahí. Ex panistas, ex priístas, ex perredistas y demás sólo conocen eso, esa manera perversa de hacer política. No saben de otra cosa. Para que Morena sea diferente tiene que apostar a miembros que no saben de esa mezquindad, de esas atrocidades, porque su visión es esa, así conciben la política.
El partido político debe servir como centinela para supervisar que en gobierno, los funcionarios emanados de la institución actúen apegados a esos principios de plataforma política por el cual luchan y abonan para el desarrollo y crecimiento de México. Y esto tiene que partir de un verdadero discurso de orden, con claridad y de liderazgo que provoque en las conciencias de la sociedad política del partido, a que actúen en consonancia, en congruencia, con principios, y se alejen de la mezquindad por pervertir la función pública, política que desemboca en el desorden que hemos estado viendo. De lo contrario, continuará el caos y el presidente acabará optando por dejar que su partido-movimiento, muera, desfallezca. Y con eso, la oportunidad de que la oposición se una y consolide un frente amplio, que pueda lograr regresar a obtener las mieles del poder que tanto han degustado por décadas en la federación.
Erick Xavier Huerta
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