TRATADO DE LIBRE COMERCIO=CONSUME COMO QUIERE EUA





Estados Unidos de Norteamérica gusta de importar a su país la agricultura mexicana, y gustan de exportar la obesidad al mundo ¿Y cuánto resta a los mexicanos de tal cultivo de su agricultura? Y nuestro intercambio ha servido, para importar a México, a cambio de nuestra agricultura, la obesidad.

Es cierto, en el norte del país presumen que hay bonanza y riqueza gracias a FEMSA, y a Grupo Cuauhtémoc. Cerveza y Coca marcan el progreso económico y los salarios de los norteños en la república mexicana. A cambio de esos grandes beneficios, hoy tenemos al 35% de nuestros niños y jóvenes con padecimientos en sobrepeso y obesidad. Y las personas vulnerables en México no tienen acceso a agua potable, pero sí a coca-cola.

Nos han engañado además bajo la premisa que estuvo promoviendo el gobierno de Enrique Peña Nieto para mitigar la obesidad con el movimiento "muévete, mídete, chécate", que de muy poco sirvió. Porque nos dicen que con ejercicio se mitiga el problema y podemos continuar consumiendo dos litros de coca considerando que si corremos un maratón lograremos mitigar el problema.

Las buenas intenciones no alcanzan.

Hay azúcar, jarabe de maíz, en todos los productos. Y es lo que nos obligan a ver, y lo que nos saturan en la oferta. Y es la obesidad y y sus enfermedades derivadas por la mala nutrición, lo que posibilita un mayor riesgo de adquirir y padecer COVID19. Y la distribución de estos productos que no son esenciales para la salud y para los seres humanos en tiempos de pandemia, no ha detenido sus operaciones, porque necesita seguirse el consumo.

Por primera vez en la historia, el Senado de la república mexicana aprobó el etiquetado frontal en productos y bebidas para advertir sobre el contenido de grasas, azúcares, sodio y contenido energético. De tal forma, que el etiquetado frontal es un tema de protección a ala salud de la niñez, pero es un esfuerzo insuficiente. Una medida buena, pero insuficiente.

México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil y el segundo en obesidad de adulto. Y México es también primer lugar en súper obesidad. Somos un país de gordos. Todo esto es gracias al ambiente instaurado y solapado por empresarios, sociedad y gobierno—el ambiente obesogénico donde a nadie le importa qué comemos. Esto se trata de un entorno que se ha construido de acuerdo a los intereses trasnacionales y de Estados Unidos de Norteamérica y esto provoca que ocurra una pandemia, que no es transmisible, pero que si es provocada por la cultura instaurada generando enfermedades crónicas: diabetes, hipertensión arterial. Y todo esto porque las preferencias personales se ven limitadas por un ambiente obesogénico que te muestra y te persuade en consumir productos comestibles altos en calorías, azúcares simples, grasa y sal, bajos en calidad nutricional. De tal forma, que siempre hay qué consumir ahora en países pobres con tratados de libre comercio, aunque eso venga a afectar la salud por el resto de la vida, provocando ahora un grave problema qué atender en materia de salud pública.

Y todos los impuestos ahora se van a tratar de mitigar el problema con altos costos en tratamiento por este tipo de enfermedades, y aunado a ello, un problema de salud emocional y falta de productividad en el país. ¿A dónde vamos a parar?

Y un principal problema, son las escuelas. Pienso que debería intervenir fuertemente el Estado para mitigar este problema, pues los dueños y privados lucran con la salud de los infantes. Al tiempo, es el Estado el encargado de proveer la salud más óptima a todos los infantes y jóvenes y una vez que sean adultos, entonces sí usar su libertad absoluta si es que gustan deshacerse de buenos hábitos y de una buena salud. Pero el final de toda misión colectiva, social y humana es la de proveer el bien. Trabajamos por el bienestar de nuestros más amados, de nuestros seres más queridos, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo.

Los tomadores de decisiones y creadores de política pública deben hacer valer el derecho a una buena educación, y a la salud. No importa si están en ámbitos públicos o privados, pertenecen a la misma familia de la nación y de la humanidad, y no es posible advertir estos peligros y dejar a negligencia el futuro de toda personas. Todos somos importantes y debemos decir basta a esta cultura atroz y mezquina, donde privados, dueños de escuelas, gozan y disfrutan vender comida chatarra a los niños ya  los jóvenes que no se dan cuenta ni saben sobre los atropellos y violencia que se causan, por falta de esa educación por saber conocerse y procurarse el mayor bien. No nos han enseñado a amarnos verdaderamente, por eso amamos en la medida en que nos procuramos. Tenemos que aprender a amarnos, para amar a los demás.

Basta a esta cultura mezquina de las escuelas que disfrutan capitalizar utilidades con la venta indiscriminada de comida chatarra, además encarecida por hacer la venta dentro de una propiedad privada, dentro de un espacio que es propiedad de un señor que lucra con la educación, para luego burlarse de los niños y jóvenes obesos. Basta de esta cultura doble moral, mezquina, dañina, tóxica. Basta de sus jugosos negocios tóxicos.

Hoy más que nunca México requiere cambiar. Por América, por nuestros pueblos, por los nuestros, por nuestros semejantes, por la humanidad completa.

Erick Xavier Huerta

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