«EL ABORTO ES DERECHO DE LAS MUJERES»







«EL ABORTO ES UN DERECHO FUNDAMENTAL DE LAS MUJERES»
Las mujeres pueden auto determinar su cuerpo. 

La propia naturaleza le ha dado a la mujer el derecho de abortar.

Indudablemente tenemos una aspiración por la paz y el amor. Lamentablemente vivimos en tiempos de oscurantismo, de falta de libertad espiritual. De faltas de oportunidad para ampliar la visión. Falta de acceso a educación espiritual, a educación para conocernos a nosotros mismos, porque en esa medida del auto conocimiento, podremos descubrir la importancia de no lastimar, de no dañar, de practicar el verdadero amor. Lamentablemente pocos practican el amor. Vivimos en una sociedad de contagio violento, y lo que las autoridades muchas veces buscan es hacer resignar a la gente a que padezcan sus circunstancias, sin empoderarlas de asumir las consecuencias de sus actos y de tener alternativas ante coyunturas que se les presenten. Siempre hay alternativas. Lo que no queremos es más violencia, y para no querer más violencia, es necesario respetar. La importancia fundamental hoy del respeto es urgente, es apremiante, en materia de nuestros derechos, como seres humanos. Y uno de esos derechos es justamente, el que una mujer pueda auto determinar su cuerpo y su destino, como bien pasa en diversas acciones de la vida cotidiana, con embarazos deseados, con embarazos indeseados, con cirugías estéticas, con tatuajes, con perforaciones para colgar aretes, con el riesgo de padecer obesidad por consumo indebido de dietas de riesgo— por ser sujeto al entorno obesogénico sustentado en el libre mercado y con el riesgo de enfermar de diabetes por el entorno tóxico de consumo. Lamentablemente no tenemos resguardo de integridad en ciudadanos de varias partes de nuestro país. La pobreza y la desigualdad que ocurre en México, abruma. Sumado a ello la falta de respeto a nuestros derechos y libertades, preocupa aún más. Y consterna aún más que grupos políticos no respeten el estado laico y quieran servir a su favor un movimiento de moral personal (entre lo que es bueno para mí) a imposición del respeto a la moral pública (y lo que es bueno para los demás). Eso es lo que está pasando en Guanajuato, donde apenas hoy se abre la discusión y diálogo entre legisladores y sociedad para analizar la despenalización del aborto y la interrupción legal del embarazo. Para discutir que tal decisión de una mujer al interrumpir su embarazo no sea un delito. Apenas. Esto es lo que ha pasado en estos últimos días, de forma virtual en el estado de Guanajuato por cosa de la pandemia COVID19; iniciativas que se presentan de parte de una minoría política para reformar el código penal que castiga la interrupción en el embarazo. Y esta es la primera vez que se realiza un diálogo abierto sobre el tema en el Estado pero que se presume una resolución fundamental: no despenalizar como tal el acto por moral panista.

Y resulta a vergonzante que se esté planteando la oportunidad de sostener un diálogo abierto entre sociedad civil y gobierno para discutir la despenalización del aborto en la entidad, cuando ya es un hecho de consenso mundial; y que en el mismo estado de Guanajuato ya se permite el aborto por incesto, por violación y para salvar la vida de la embarazada, pero esto no ha pasado a la reforma del código penal que castiga la interrupción del embarazo, porque vemos, sirve a fines electoreros.

Lo que me queda claro es que el tema, más allá de su objetividad y apego a derecho, ha sido motivo de una bandera electorera que presume que los líderes del PRI y del PAN son de buena cuna, de buena moral y luchan y legislan en favor y en nombre de su dios. Pues se les olvida el artículo primero de nuestra constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, «que todo individuo gozará de las garantías que otorga esta constitución las cuales no podrás restringirse ni suspenderse , sino en casos y condiciones que ellas establece; aunado todo ello al artículo cuarto constitucional, que dicta «el varón y la mujer son iguales ante la ley y esta protegerá la organización y el desarrollo de la familia. Y toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos. Porque el asunto no es la promoción del atentado contra la vida, si no el respeto a un derecho de la mujer que ahora es clandestino y que pone en riesgo su vida y que viola otros derechos como es el de su atención en salud pública y, que por tanto, una mujer tiene derecho a ser procurada con un aborto legal, seguro y no más clandestino y tener acompañamiento social, emocional y legal. 

De tal forma, que para no hacer caso al ejercicio de derecho y a la responsabilidad inherente de su función, los legisladores y gobernantes ensucian la información con una dicotomía simplona del bien y el mal entorno a un acto que puede ser inconsciente, consciente, premeditado ó circunstancial, y que es propio de la naturaleza, más allá de cualquier filosofía ó religión de espíritu y destino. Hay una máxima: Todos los países permiten el aborto para poder salvar la vida de la mujer embarazada, y esto incluye los casos en que el embarazo resulta una amenaza para la vida de la mujer.

Las Naciones Unidas ha urgido a todos los estados del mundo para actuar ahora para despenalizar el aborto y hacer todo lo posible para garantizar que las mujeres y las niñas tengan derecho a tomar sus propias decisiones sobre el embarazo. Expertos en el tema han alertado sobre la suma de más de 225 millones de mujeres en el mundo que no tienen acceso a la anticoncepción moderna, lo que cotidianamente lleva a la cifra de embarazos no deseados. Eso, más la suma de casos contados por abortos clandestinos que han llevado a mujeres a perder la vida. Y ya han decretado expertos en el tema de Naciones Unidas, que el aborto seguro y legal es la esencia del derecho fundamental de la mujer para garantizarle otra serie de derechos que se derivan, como el igualdad, salud física y mental, al goce de su propia vida, de salud y atención médica y de no discriminación. Para garantizarle su derecho a seguridad personal, a la libertad, a la privacidad, y de información. 

Después de un propio aborto, voluntario, involuntario, consciente ó inconsciente, la mujer sufre más violencia. Son discriminadas por la acción, y son maltratadas física y mentalmente. Ya la propia Organización Mundial de la Salud ha emitido la información de la nula disminución de procedimientos de aborto ante cuadros legales que penalizan el acto. 

En Guanajuato, tal cuadro de penalización contra el aborto es motivo de un marco legal que atenta y discrimina a la mujer por la falta endémica a sus derechos. Bueno, pues no obstante, en Guanajuato hay atropellos cotidianos y suma cifras estelares en la república de violencia contra la mujer, y todo ello por apostar a un cuadro político que impone su moral religiosa y su cosmovisión del bien a las garantías del propio universo jurídico que ya marca la propia humanidad en sus consensos de salud pública y en materia de derechos humanos universales.

El aborto es un derecho inalienable a la mujer. E indudablemente, a nuestra sociedad le apremiará seguir luchando por sus derechos fundamentales, por sus libertades, por su derecho a tener la garantía de recibir educación sexual para decidir, para tener acceso a la adquisición de anticonceptivos para prevenir, para no abortar, y por supuesto, el derecho para abortar y no morir. 

Erick Xavier Huerta 

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