«Más que un Episodio Electoral»


 






«Más que un Episodio Electoral»

El régimen vencido, resistiendo al cambio, aún piensa que los nuevos en el poder son iguales a ellos, los antecesores. Que el triunfo de pronto vino a favorecer con suerte a Andrés Manuel López Obrador. Pero siempre es menester estar recordándoles que lo que sucedió en 2018, fue un contundente triunfo que aplastó al bipartidismo, no con un partido nuevo sino con el trabajo disciplinado durante años y años de lucha. No fue una concesión el triunfo, fue el resultado de una lucha incesante de años. Años donde se resistieron abusos y donde el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador se sobrepuso a todos los obstáculos creados desde el pináculo del poder bipartidista que buscaban socavar al movimiento y al personaje que le encabezaba. 

No comprenden. Al tanto, Ricardo Anaya alza la mano para volver a ser candidato a la presidencia como pasó en 2018, acaparando a costa de todos, viviendo su propia fantasía, de no haber sido el candidato que haya destrozado al panismo, de no haber sido quien provocó el peor resultado electoral del PAN en más de treinta años; corrompiendo de paso a movimiento ciudadano y al PRD. Ahora, dejando del lado una diputación federal regalada, porque sería grave error de él sumarse a una plataforma junto al PRI que estuvo criticando y que le legitimaría su candidatura de supuesta oposición al régimen del cual él era parte. Lo dejaría muy mal, al tiempo que mejor se pone a pensar en lo que habrá de hacer de aquí a entonces mientras monta su supuesto acercamiento al pueblo en una serie de videos de muy poca credibilidad. 

Así ha venido sucediendo desde el propio triunfo de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, donde los personajes de siempre, siguen aludiendo a campañas de desprestigio y temor para destruir el favor del pueblo en torno al movimiento de base popular, social y democrático que representa «morena», consolidando un movimiento social en política después del triunfo constitucional republicano.

Y esta es una de las grandes diferencias. Los personajes que hemos estado y han estado en la izquierda sabemos que el trabajo y la lucha es a contracorriente, cruzando desiertos, con todo en contra. Se sabe navegar en medio de la tempestad quien ha luchado desde la trinchera de la izquierda, al contrario de los personajes que se han cobijado en las esferas del bipartidismo que tuvo el poder durante toda la historia reciente, y que ellos han estado justamente acostumbrados a esa cultura de recibir fácil, sin legitimidad, derecho, valor y mérito; no obstante ellos fueron responsables del auge de la cultura de la corrupción y la impunidad que contaminó toda esfera institucional y desembocó en la mayor crisis de credibilidad del ejecutivo y su gobierno en el último régimen del bipartidismo encabezado por Enrique Peña Nieto. Y ese es un punto que no acaba de comprender el régimen del binomio corrupto del PRI y del PAN. No hay igualdad entre el origen de un partido y otro, ni en el liderazgo entre sus presidentes y el actual. No hay igualdad en las métricas de legitimidad que respaldan el ejercicio de sus emanados partidarios, hoy ex presidentes de la república al que está sucediendo con el actual. Porque el presidente Andrés Manuel López Obrador no es el presidente emanado de una camarilla, de una pandilla, de un grupúsculo adinerado, sino es el líder emanado de la legitimidad moral que le ha brindado todo el pueblo mexicano, en su mayoría, articulando a través de su liderazgo encauzar las verdaderas causas de nuestro pueblo. Esta ha sido una prolongada lucha que ha estribado en tres movimientos históricos que se han cimentado como parte co—sustancial del ser nacional: Nuestra Independencia, la Reforma y la Revolución. Eso es lo que significa la cuarta transformación, el nuevo paso del consenso de todo el pueblo que por la vía pacífica e institucional, nuevamente con mucho en contra, logró gestar el cambio, de forma contundente, radical. 

Y quienes forman parte del cambio, están acostumbrados a ser luchadores, y tener todo en contra. Así es el verdadero mexicano. No van a permitir que les arrebaten el inicio de gestación del cambio por beneficio de la soberanía del país y del bienestar nacional, a cambio del retorno de un grupo de poder que ya se ha venido beneficiando con creces en el último cuarto de siglo a costa justamente del bienestar nacional. 

La base popular de cambio ha ido en aumento después de su triunfo constitucional en 2018, pues más personas y gente han venido reparando en respetar a quien ha sido elegido como nuevo presidente de la república, dando beneficio pero aún más, dando el respaldo como ciudadanos responsables en saber y actuar que el presidente necesita del apoyo de todos para caminar y transitar en la vereda del progreso, con ánimo y ahínco, además con la misiva de no dejar todos estos años perdidos, de forma mezquina simplemente porque, como en un partido de futbol, no ganó mi equipo favorito. 

En este año 2021, el argumento de los antiguos reyes del bipartidismo (PRI y PAN) junto a su lacayo vil y mezquino «el PRD», han articulado su mensaje en fingir demencia, cosa que nos pone de resultado el subtexto que ahonda en la verdad absoluta: «en expresar que ellos merecen regresar al poder por sus resultados oprobiosos de degradación moral, social, económica, y política en México hasta la máxima crisis por sus representaciones dentro del poder en el último siglo.

Tanto, el año pasado vimos que si, en efecto el PRI sigue controlando muchas plazas. Y que en Guanajuato, al caso, parecen seguir las banderas de soberbia de quienes se han apropiado del proceso electoral de forma tradicional durante el último cuarto de siglo, porque se creen dueños de sus respectivas ciudades. Pasan por las calles, diversos panistas, para hablar con la gente y decir: "nadie que no sea del PAN va a ganar la elección". Y parecen aún más soberbios porque presumen gozar de sus aliados mezquinos: el PRI, y el PRD. 

Cada ciudad y todos los ciudadanos, merecemos respeto, y respeto a las urnas donde, con libertad, el pueblo va a decidir quiénes deben ser sus representantes. 

La política es más que este y todos los episodios electorales que hemos experimentado. La política es nuestro deber diario, de ejercicio cotidiano para practicar, defender, experimentar nuestros derechos y de vigilar por ende el funcionamiento de cada derecho y de su práctica, con absoluta legalidad y respeto. 


Erick Xavier Huerta 


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