Después del desastre.

 

Después del desastre.

Después del desastre de haber convertido a México en uno de los lugares más peligrosos para vivir, posicionándolo en los primeros lugares de corrupción e impunidad a nivel mundial, dejando en claro la incapacidad para gobernar y consiguiendo como consecuencia de sus arbitrarios actos agravar la pobreza y la violencia, ahora regresan esas mismas banderas a fingir demencia para conseguir el voto.

Pero esta estrategia ya les ha resultado, pues es la que ha utilizado el PRI para regresar al poder una vez que se lo quitan. Así pasó desde el 2000, lograron controlar todas las gubernaturas del estado, los congresos y poco a poco asfixiaron lo que quedaba del PAN para tomar en 2012 su regreso triunfal a los pinos bajo el liderazgo del hombre de Atlacomulco, Enrique Peña Nieto.

México prometía ser la gran potencia en esa década que comenzaba en el año 2000 bajo la presidencia de Vicente Fox, porque contaba con grandes bonos: el demográfico, el democrático y las reservas petroleras. A nuestro bono demográfico lo exportaron por hambre y sed de justicia, para que no molestara a Fox y sus ideas; al segundo bono se lo

acabó junto a sus amigos consecutivos en el poder: Calderón y Peña Nieto. Y el tercer bono, de las reservas se fue en gasto ineficiente, y en corrupción. La nueva era democrática y de apertura comercial basada en las reformas de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo habían prometido las bases para que el desarrollo de México fuera exponencial y se pusiera a la cabeza nuevamente como el gigante de América Latina. Pero no sucedió. Entre otras cosas por la mala política de Fox, su crisis de liderazgo y después por la dureza de Calderón, la crisis del 2008, la crisis de la influenza humana H1N1 y la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico sin estrategia dejando a la deriva al país. Cayó todo: turismo, petróleo, valor de manufactura, remesas.

Con el Partido Acción Nacional el crecimiento fue estancado en el país, todos sus 12 años frente al poder, y eso sin mencionar las terribles crisis económicas, como la del 2008 que tuvo repercusiones que pagamos hasta el día de hoy. La recaudación tributaria de los panistas fue realmente mediocre, y eso trajo como consecuencia abonar más al estancamiento del país, inhabilitando su desarrollo. México poseía, bajo gobiernos panistas la tasa más mediocre de recaudación frente a los demás países miembros de la OCDE.

Dijeron que entonces fue culpa de que no se habían aprobado las reformas estructurales. Y se hizo, con el Pacto con Peña Nieto, y el país aumentó en ser emblema de la corrupción a nivel mundial. Vino OHL, ODEBRECHT, la casa blanca, la estafa maestra. El país un desastre. Los 43 de Ayotzinapa. Nuevamente la ingobernabilidad y el desorden. Y la investidura presidencial en caída libre en materia de su aprobación y respeto frente a la opinión pública, mucho en parte por los últimos tres presidentes de la república en su ejercicio: Fox, Calderón, Peña Nieto.

2006 a 2018 es un período de los mayores desastres que ha enfrentado México. Tan sólo Enrique Peña Nieto gozaba también de un bono democrático y de uno demográfico (pues nunca antes en la historia se había registrado tanta juventud en la historia de la república a nivel mundial—lo que quiere decir que nunca antes habían tantos jóvenes en edad productiva en nuestro territorio). Pero por falta de inversión a educación y condiciones para su incorporación al sector laboral, entre otras cosas, ser perdió.

La promesa de México era extenuante. Y ahora más con las reformas del pacto que gestó Peña con las principales fuerzas políticas del país. En los últimos doce años, la pobreza en México aumentó 4.2 puntos porcentuales, de 37.3% al 41.5% según índices de la CEPAL— Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Y lo peor, es que a la luz del reporte del organismo de las Naciones Unidas, se documentó con datos duros que eso ocurrió mientras el resto de la región registró avances significativos en materia de lucha contra la pobreza. México, después de Calderón Hinojosa quedó ubicado, según registros de la CEPAL, como uno de los países con más pobreza en la región, junto a Honduras.

Esta degradación en México, de un panorama desolador donde el porcentaje iba en aumento de ciudadanos que estaban dentro de una asfixiante situación social, se dio

justamente en los gobiernos del PAN con Fox y Calderón, acentuando la crisis con el PRI de Enrique Peña Nieto.

Con Felipe Calderón, la pobreza aumentó más de siete puntos porcentuales.
Con Felipe Calderón, México terminó con casi el 45% de pobres y la pobreza extrema

se duplicó al pasar de 6.8% a 12.9%.
Con Peña Nieto el número de pobres aumentó a más del 52% de acuerdo a las

mediciones de la CEPAL.
Todo esto pasaba en México mientras América Latina había logrado importantes avances en la lucha contra la pobreza en los últimos quince años. México retrocedía.

El panismo y el priismo dejaron un país con una tasa superior de pobres superior a la del Salvador, Bolivia, República Dominicana, Paraguay y Colombia. Tan sólo en esos dos últimos sexenios, del PAN y del PRI, México quedó convertido en la nación latinoamericana que menos avances registraría en su distribución de ingreso.

México quedó convertido en uno de los países más desiguales de la región, y quedó a distancia de lograr la equidad en ingresos que han alcanzado otras naciones, tales como: Uruguay, Perú, Argentina, Bolivia y Ecuador.

Estas dos últimas gestiones, tan sólo, de Calderón y Peña, del PRI y del PAN lograron un crecimiento mediocre de apenas el 2%, y Meade quería ser presidente de la república habiendo sido secretario de hacienda y canciller de relaciones exteriores, colaborador en ambos gobiernos.

Estos resultados son una muestra emblemática y una evidencia clara de saber que ni el partido acción nacional, ni el revolucionario institucional, tienen legitimidad alguna para hablar y prometer saber cómo hacer un buen gobierno.

La esperanza de recomponer el camino está aquí, con un nuevo pacto social, oportunidad para nuevamente poner en perspectiva la recuperación del bono democrático y del bono demográfico. Queda tiempo, pero es con oportunidades en una nueva era, con un nuevo pacto social.

Erick Xavier Huerta


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