EL FRACASO DE LOS GOBIERNOS MUNICIPALES DE MORENA Por David Saucedo





EL FRACASO DE LOS GOBIERNOS MUNICIPALES DE MORENA
Por David Saucedo


La debacle electoral de MORENA en el estado de Guanajuato en la contienda del pasado 2 de junio tiene varias aristas. No solo se trató de un desface entre las proyecciones electorales que Ernesto Prieto hizo públicas ante medios de comunicación.
Como se recordará el dirigente estatal de MORENA vaticinó que los candidatos de la 4T en Guanajuato ganarían entre 15 y 20 municipios; al final solo ganaron 3 alcaldías. También tiene que ver con los pésimos resultados en la pelea por los distritos locales. El PAN casi obtuvo un carro completo al ganar 21 de 22 diputaciones de mayoría. Ni qué decir de los catastróficos resultados en los distritos federales -en dónde se suponía que los programas de la Secretaría del Bienestar harían la diferencia- y en donde MORENA solo ganó 2 de 15 distritos. 

Pero centrémonos en esta ocasión en una vertiente poco estudiada. En las elecciones del 2018 MORENA se alzó con la victoria en las contiendas por las alcaldías de San José Iturbide, Comonfort, Apaseo el Alto, Acámbaro y Salamanca; cinco en total. Tres años después, en las elecciones del 2021, los cinco alcaldes volvieron a estar en la boleta, pero ninguno pudo reelegirse. Todos mordieron el polvo. 

Hubo algunas situaciones particulares. En San José Iturbide, Genaro Martín Zúñiga intentó una reelección simulada, postulando a su esposa, Verenice Rico, como candidata a la alcaldía. Para redondear la faena él mismo se lanzó como candidato a diputado federal. Ambos perdieron debido en gran medida al flagrante nepotismo. En Salamanca, luego de que Mario Delgado, designara a Cesar Prieto como candidato de MORENA a la alcaldía (en un videodespate efectuado en una tormentosa reunión realizada en el salón El Establo), Bety Hernández alcanzó a subirse a la contienda, pero ahora bajo las siglas del Partido del Trabajo. Es decir, MORENA cambió de caballo a mitad del río. La estrategia funcionó pues, aunque Cesar tenía muy bajos niveles de conocimiento a población abierta al iniciar la campaña, obtuvo la victoria en gran medida… gracias a Bety. Es decir, tal y como detectó muy a tiempo Ernesto Prieto (padre), al estar en la boleta, la alcaldesa de Salamanca jalaría en su contra el voto de castigo producto de las malas calificaciones de evaluación de gestión que acumulaba para ese momento el gobierno municipal salmantino. En pocas palabras, Salamanca pasó la pelota, pero no el jugador. 


LOS NÚMEROS

¿Cómo le fue a MORENA en los municipios en donde era gobierno? Hagamos un poco de numeralia. En Apaseo el Alto, MORENA pasó de ocupar el primer lugar en la elección del 2018, al cuarto lugar en la elección del 2021. En San José Iturbide, MORENA pasó del primer lugar, al quinto. En Salamanca, Bety Hernández obtuvo una inobjetable victoria con más de 30 mil votos en el 2018. Tres años después, su cosecha fue de tan solo 3,800 votos, una votación nueve veces menor, que la colocó en la quinta posición. En Comonfort, aunque Carlos Nieto quedó en segundo lugar, su votación descendió de 8,700 votos que obtuvo en el 2018, a 5400 que cosechó en el 2021. Una reducción del 31% al 21% del total de la votación emitida. 

El de Acámbaro es un caso especial. Alejandro Tirado pudo sostener e incluso incrementar marginalmente la votación que obtuvo en el 2018. Pasó de 9,909 votos a 10,624. Pero no pudo evitar el triunfo de la ex perredista Claudia Silva, candidata de una alianza de facto entre el PAN y el PRD, que logró lo imposible: sumar dos segmentos de electores tan diferentes como el agua y el aceite. Es decir, en Acámbaro la derrota de MORENA se debió a un estancamiento de la votación de MORENA y una estrategia de alianzas del PAN, que postuló a una candidata externa. Que fue la misma fórmula que el PAN aplicó exitosamente en otros dos municipios: Celaya (Javier Mendoza) y Dolores (Adrián Hernández); y de manera fallida en un cuarto: Moroleón (Grecia Pantoja). 


MANDA TODOS A VOLAR Y DILES QUE YO NO FUI

¿Por qué fracasaron los gobiernos municipales de MORENA? ¿Por qué no pudo reelegirse ninguno de sus alcaldes? ¿Se trató efectivamente de una “elección de estado” en dónde el gobierno de Diego Sinhue los erosionó a tal grado que no pudieron hacer nada para impedir que fueran barridos en la elección? ¿Qué tanto es responsabilidad de las estrategias de contracampaña azules y qué parte es responsabilidad misma de los alcaldes morenistas?

Sobra decir que, con una notable falta de autocrítica, la mayoría de los ex presidentes municipales señalan que las (sus) derrotas son culpa de factores externos: asfixia financiera del gobierno estatal, clima de inseguridad en sus respectivos municipios, operación electoral panista el día D, maniobras de Mauricio Guzmán al frente del Instituto Estatal Electoral (que sacó a los candidatos morenistas de la contienda varios días y en algunos casos semanas enteras), etc. Eventualmente, algunos alcaldes señalan que la división interna también jugo un papel importante. Pero ésta es conceptualizada como una “traición” cometida por morenistas resentidos en contra de los nobles y justos abanderados de la 4T. Es decir, todo es por culpa y responsabilidad de alguien más. 

Pero tal y como señala el consultor político Arturo Plancarte, las elecciones no las gana la oposición, sino que en lo fundamental las pierde el gobierno. Es decir, es mucho más conveniente analizar los factores internos que produjeron las derrotas de los alcaldes de la 4T. Cada caso tiene una historia en particular, pero los factores que se presentaron de manera simultánea en varios municipios son los siguientes:


1) LOS ALCALDES DE MORENA SE DEDICARON A ADMINISTRAR LA POBREZA. Ninguno de los gobiernos municipales morenistas electos en el 2018 generaron una ingeniera financiera a la altura del reto. Vivieron exclusivamente de las aportaciones y participaciones federales que les llagaban en automático año con año. En efecto, sufrieron una asfixia financiera por parte del gobierno estatal panista, que redujo al mínimo las concurrencias de recursos (que es la misma asfixia financiera por la que la que Diego Sinhue denuncia a Andrés Manuel López Obrador cada año). Pero también es un hecho que el gobierno federal no llegó en su auxilio. Ni siquiera Salamanca, el municipio considerado la joya de la corona, contó con fondos emergentes de parte del gobierno federal. A pesar de viajes a la ciudad de México, costosas comidas con René Bejarano, elaboración de un sinfín de proyectos de obra pública, el “padrinazgo” de lideres estatales de MORENA, etc., ningún gobierno municipal pudo bajar fondos adicionales. Faltó imaginación y pericia a los alcaldes y a sus tesoreros. Ningún alcalde recurrió a los fondos disponibles en BANOBRAS, instancia federal con la que se podían gestionar recursos a fondo perdido y adelantos de participaciones. Ningún alcalde ejecutó un programa de modernización de catastro, para incrementar la recaudación propia. Cuando se atrevieron, lo hicieron en mal momento y de la peor manera. En Apaseo el Alto, por ejemplo, el gobierno municipal elevó la tasa de impuesto predial, en año electoral y sin el tiempo suficiente para devolver con obras el monto de lo recaudado. A los pocos meses, los electores devolvieron el golpe que sufrieron en el bolsillo, con un más contundente manotazo en las urnas. A los alcaldes morenistas les hizo falta maña y fuerza. Otro ejemplo: el gobierno estatal tocó en dos ocasiones las puertas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para obtener dos mega créditos con los cuales sacar adelante su plan estatal de infraestructura. Esos endeudamientos no hubieran salido sin el aval del gobierno federal. La operación era sencilla. Bastaba con aplicar un quid pro quo. Solo había que amarrar la aprobación de los paquetes de deuda para Guanajuato, a cambio de recursos para los municipios guindas. Pero nadie, ni los alcaldes, ni los diputados locales, ni las dos dirigencias estatales de MORENA en pugna (la de Ernesto Prieto y la de Alma Alcaraz) tuvieron la imaginación para hacer las gestiones en la ciudad de México. Sagacidad que sí tuvo Alejandro Moreno, presidente nacional del PRI, para conseguir que los municipios del PRI recibieran recursos frescos de parte del gobierno estatal azul -en año electoral- a cambio del voto de los legisladores priistas para diversos temas de la agenda legislativa del PAN en el congreso local. De ese modo, alcaldes priistas como Oswaldo Ponce, Chame Cruz, Adolfo Alfaro, entre otros, recibieron partidas de recursos extraordinarios para obras y acciones en la víspera de la elección. Situación que seguramente influyó en las derrotas de candidatos del PAN como Pedro Tanamachi y Abel Gallardo, en la pelea por las alcaldías de Romita y Abasolo, respectivamente.  


2) DIVISIÓN INTERNA. El pan nuestro de cada día en los municipios de MORENA. Casi desde que arrancó el gobierno de Bety Hernández en Salamanca dos segmentos de MORENA se apartaron y rompieron con su administración: el ala afín a Ernesto Prieto y los así llamados morenistas “fundadores” (denominación que se usa en MORENA para definir a los integrantes doctrinarios, altamente ideologizados y nunca han ganado, ni ganarán una elección). Los primeros rompieron cuando el nuevo gobierno municipal les cerró el acceso a la nómina y al presupuesto; los segundos se alejaron cuando se sumaron algunos ex panistas al gobierno municipal y cuando estallaron los primeros escándalos de la nueva administración (compra de luminarias y adquisición de una camioneta blindada).


En Comonfort las divisiones en el gobierno municipal empezaron con la salida de los morenistas que trabajaban en el Comité de Agua Potable, se agudizaron con el despido de Sergio Prado Botello de la secretaría del ayuntamiento e hicieron crisis con la postulación del regidor de MORENA, Gilberto Zárate Nieves, como candidato del PT a la alcaldía. Con dos candidatos de morenistas en la boleta, el voto de izquierda se dividió, permitiendo el triunfo de Claudio Santoyo, candidato de Acción Nacional, con tan solo el 26% de los votos. Carlos Nieto obtuvo el 21.6% y Gilberto Zárate el 13.7%. Juntos habrían ganado, pero la división los hundió.

Que fue lo mismo que ocurrió en Apaseo el Alto.

Al arranque de su administración la alcaldesa Carmen Ortiz descubrió malos manejos de Fortino Rodríguez, su secretario de ayuntamiento, y lo puso de patitas en la calle (junto con la tesorera, que era brazo derecho de Fortino).  Pero al no generar una estrategia de contra-campaña y al no avanzar en la instauración de procedimientos de responsabilidad para evidenciar a su antiguo colaborador, el ex secretario de ayuntamiento contó con el margen suficiente para construir su candidatura a la presidencia municipal, pero ahora bajo las siglas del PVEM. El voto de MORENA en Apaseo el Alto también se dividió. Carmen Ortiz alcanzó una votación de tan solo el 14%, mientras que Fortino se llevó el 20% de los votos. Ambos fueron superados por Montserrat Mendoza, quien alcanzó el 32% de los sufragios. Nuevamente, al haber dos candidatos de MORENA en la boleta, el voto de izquierda se partió, permitiendo el triunfo de Acción Nacional. En suma, durante el ejercicio de gobierno los alcaldes de MORENA enfrentaron divisiones, fracturas y luchas intestinas. Ya en plena contienda electoral, no lanzaron ninguna operación cicatriz para frenar la merma de votos que los llevó a la derrota. 


3) NO HUBO ESTRATEGIA DE ALIANZAS. En ningún municipio de MORENA hubo alianzas con sectores externos al partido que permitieran incrementar su votación. Como contraejemplo tenemos lo que sí ocurre cuando MORENA emprende negociaciones para ampliar su base electoral. Esa es la historia del triunfo de Emmanuel Reyes en la pelea por el distrito 13 federal. Aunque Emmanuel obtuvo una diputación pluri, que le garantizaba volver a estar en el congreso federal en automático, decidió contender por el mismo distrito en el que había sido electo diputado en el 2018, bajo las siglas de una alianza entre el PAN y el PRD. Aunque en algunas regiones llega a presentarse el fenómeno de voto diferenciado, en la mayoría de los distritos locales y federales las campañas ancla son las de los candidatos a las alcaldías. De acuerdo con varias encuestas, pocos candidatos de MORENA estaban en condiciones de ganar presidencias municipales.  El primer paso que dio Emmanuel fue buscar candidatos competitivos en los 6 municipios que conforman el distrito, sin importar la pertenencia de grupos. Fue así como impulsó a la diputada panista Jessica Cabal como candidata a la presidencia municipal de Abasolo y a Polo Torres, a la presidencia de Valle de Santiago, en donde ya había sido alcalde años atrás, postulado por Acción Nacional. Al postular a dos expanistas Emmanuel consiguió otro objetivo: mermar en directo la votación de los candidatos del PAN en ambos municipios y de manera indirecta restarle votos a Rocío Ambriz, la candidata del blanquiazul a la diputación federal de dicho distrito. Pero además Emmanuel Reyes buscó una alianza MORENA-PVEM que le permitiera seguir sumando votos. Con el apoyo de Mario Delgado y de la dirigencia nacional del PVEM, el distrito 13 federal fue el único en donde se firmó una alianza entre el partido verde y MORENA en el estado de Guanajuato. Este hecho le permitió a Emmanuel sumar a su causa los votos de los candidatos que quedaron en primer y segundo lugar en el municipio de Huanímaro ( Laura Villalpando y Polo Contreras). Al final, aunque los candidatos de MORENA perdieron en todos los municipios que conforman el distrito, al restarle votos al PAN y al sumar los votos del verde, Emanuel Reyes se alzó con la victoria. 


4.  MAL DESEMPEÑO ELECTORAL DE LA SECRETARÍA DEL BIENESTAR. Aunque el superdelegado Mauricio Hernández Núñez ha tratado de defenderse de las críticas en su contra, derivadas de la pésima operación electoral de la estructura de servidores, señalando que “los programas federales no se diseñaron para eso”, en otros estados del país van varios superdelegados despedidos justamente por las malas cuentas electorales que entregaron. Incluso el propio Gabriel García, Coordinador General de Programas Integrales de Desarrollo y jefe de los superdelegados, fue despedido por el presidente Andrés Manuel López Obrador por la debacle electoral en la Ciudad de México y área metropolitana, de la cual se le consideró corresponsable. En el caso de los gobiernos municipales en poder de MORENA, la estructura de servidores de la nación no cobijó a sus alcaldes. Ninguno de los cinco presidentes municipales de MORENA tuvo acceso a los padrones de los programas federales. De manera natural a los escritorios de los alcaldes llegaban solicitudes de becas para jóvenes y apoyos para las personas de la tercera edad. No se diseñó ningún mecanismo para que los presidentes municipales pudieran hacer uso de dichos programas para atender la demanda de apoyos. Se podía hacer sin corrupción de por medio, pues la gran mayoría de los solicitantes cumplen con los requisitos que establecen las bases de operación de los programas. Mauricio no lo permitió y ningún alcalde de MORENA pudo apoyarse en la Secretaría del Bienestar. En descargo del superdelegado se puede decir que creía genuinamente que la sola entrega de apoyos provocaría una inercia de votos a favor de los candidatos de MORENA. Lo dijo una y otra vez. El trabajo de su dependencia provocaría un incremento de los niveles de aprobación de desempeño del presidente y con ello mayores niveles de intención de voto a favor de los candidatos de la 4T. Tal y como ocurrió en su momento en la Ciudad de México, cuando dicho programas fueron instaurados. A pesar de que las encuestas preelectorales levantadas en varios municipios de Guanajuato mostraban que los programas federales no estaban generando votos a favor de MORENA y que el PRI había fracaso en su momento aplicando la misma estrategia incrementando el número de beneficiarios inscritos al programa Oportunidades, Mauricio Hernández no cambió la estrategia. El superdelegado estaba seguro que las cosas iban a salir bien. Cuando dio inicio la aplicación de vacunas contra el COVID, se reforzó la convicción de que MORENA obtendría buenos resultados electorales en tierras de José Alfredo. Lo anterior debido a que algunas encuestas levantadas en otros estados del país marcaban que cierto porcentaje de la población vacunada dejaba el segmento de los indecisos y se convertía en votante morenista. Pero en Guanajuato eso nunca pasó, ni con el reparto de pantallas de plasma, la entrega masiva de cheques de Prospera, o el reparto de focos de la CFE. El electorado guanajuatense ya estaba “vacunado” frente a ese tipo de apoyos y las vacunas contra el COVID no tuvieron un efecto en las urnas. 


No hubo arrogancia por parte de Mauricio Hernández, sino desconocimiento del terreno que estaba pisando y una extrapolación equívoca con la dinámica electoral de la Ciudad de México. No hubo maldad en sus acciones, se trató de ignorancia e ingenuidad simples y llanas. Tal era la fe que el superdelegado tenía en el impacto de los programas federales en el electorado guanajuatense, que envió a varios de sus colaboradores cercanos como candidatos a diputados y al hacerlo los mandó literalmente al matadero. Como fue el caso Ricardo Gómez Escalante, su brazo derecho y subdelegado en la ciudad de León, que perdió en la elección del distrito 11 federal, frente a Jorge Espadas, por una margen de más de 2 a 1. 

En el reparto de candidaturas Ernesto Prieto tuvo mano para imponer a sus cuadros en la mayoría de las presidencias municipales. Mauricio tuvo a su disposición la mayoría de las candidaturas a las diputaciones locales y varias federales, incluyendo algunos lugares en las listas plurinominales. Por ello, de los 3 alcaldes electos por MORENA, 2 son afines a Prieto (Carlos García de Silao y su hermano César Prieto en Salamanca). De los diputados locales pluris, Ernesto Millán, Hades Aguilar y Edith Moreno, son del grupo de Mauricio Hernández. Esos dos liderazgos se repartieron las migajas obtenidas por MORENA en la elección pasada.


5. MAL MANEJO DE LOS PROBLEMAS EN MATERIA DE INSEGURIDAD. Prácticamente ninguno de los alcaldes de MORENA pudo sortear de manera exitosa las crisis recurrentes derivadas de la guerra de cárteles en la región. Hubo de todo. En San José Iturbide los problemas fueron más de corte mediático, e iniciaron con las explosivas revelaciones de un audio filtrado entre Hugo Estefanía, ex alcalde de Cortazar y Noe Lara Belman, alias “El Puma”, en ese momento, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima. Como se recordará en dicha grabación este último afirmaba que Genaro Martín fue su empleado y lo tenía “cargando garrafas”. Posteriormente la detención del alcalde de San José Iturbide en el estado de Querétaro, por parte de elementos de la policía de dicha entidad, consolidó la percepción entre los ciudadanos de que el presidente municipal andaba en malos pasos. En Acámbaro, Alejandro Tirado no pudo superar el estigma que marcó a los gobiernos perredistas y panistas que le antecedieron. Desde los tiempos del alcalde César Larrondo (actual diputado federal) los reportes de inteligencia de agencias de seguridad, notas periodísticas y el rumor popular coincidían en un punto. Los sucesivos gobiernos municipales acambarenses fueron penetrados por el narco. Con la reciente detención del encargado de despacho de la dirección de seguridad pública municipal durante el gobierno de Alejandro Tirado, queda en claro lo que todos en Acámbaro sabían. Durante el gobierno municipal de MORENA, la policía municipal estuvo al servicio de una célula del Cártel de Santa Rosa de Lima. Esa es una de las razones (quizá la más importante) por la que MORENA no pudo incrementar su base electoral en dicho municipio y por la que Tirado perdió de manera contundente la cabecera municipal, en su intento por reelegirse. Finalmente, Bety Hernández y Carmen Ortiz, enfrentaron los embates de las células del CJNG y del CSRL que se trenzaron en una interminable guerra por el control de Salamanca y Apaseo el Alto. Sin duda el mayor desgaste lo sufrió el gobierno de Carmen Ortiz, quien incluso tuvo que enfrentar la pérdida de más de una decena de sus colaboradores, que fueron asesinados por células desertoras del CSRL que trataron de erosionar a su gobierno de principio a fin. 


6. DEFICIENTES ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN. Con la excepción de Salamanca, ninguno de los gobiernos municipales de MORENA contó con esquemas de evaluación del impacto de las políticas públicas que instrumentaban. Los alcaldes (y también los candidatos) fueron renuentes a contratar encuestas profesionales de manera periódica y/o a realizar grupos de enfoque. En el mejor de los casos, usaron brigadistas de sus propios municipios para hacer sondeos y a los coordinadores operativos territoriales (COT’s) para tratar de tomarle el pulso a la opinión pública. Obviamente se trata de personal sin el conocimiento mínimo para el levantamiento de estudios de opinión, diseños de tamaños de muestra, diseño de cuestionario, procesamiento de datos, etc.  Sus productos comunicativos (spots, eslóganes, mensajes en redes sociales, materiales impresos) en general fueron de mala calidad. No pudieron hacer frente al trabajo de contracampaña del PAN, ni tampoco sortearon con éxito los momentos de crisis mediática que atravesaron. El monto de la inversión publicitaria fue muy bajo en casi todos los municipios. No tuvieron plan de medios, ni mapa de públicos. En general los alcaldes y candidatos de MORENA son refractarios al uso de técnicas modernas de comunicación política. Son pésimos para usar el Facebook, creen que incrementan los niveles de identidad partidista repartiendo ejemplares del periódico Regeneración y piensan que una “campaña de aire” se realiza con una mesa, un altavoz y el reparto de volantes en plazas, mercados y parques. Replican esquemas de política universitaria de manera acrítica.

De acuerdo con mediciones independientes, la calificación promedio de los alcaldes de MORENA era de 5 puntos a principios del año, lo que volvía prohibitivo cualquier intento de reelección. Sin embargo, en la mesa de liderazgos en la que se definió la lista de candidatos de MORENA, por increíble que parezca, no se usaron encuestas para medir el posicionamiento de los mismos. Las candidaturas se repartieron con base en una lógica de grupos. Nuevamente, con la excepción de Salamanca, no se conocían los niveles de aprobación de los alcaldes, ni sus niveles de intención de voto, al momento de permitirles que buscaran la reelección. Ese fue un grave error. 

 

7) CARENCIA DE CUADROS. En el estado de Guanajuato MORENA no tiene aún los cuadros profesionales para gobernar. Le está ocurriendo más o menos lo mismo que al PAN, cuando empezó a arrebatarle municipios al PRI, a principios de la década de los noventa. Cuando se daba la alternancia a favor del PAN, su tasa de retención era muy baja. Con excepción de los municipios del cinturón industrial, en donde las clases medias urbanas inclinaron la balanza de manera definitiva a favor de Acción Nacional, en los municipios medianos y pequeños normalmente el PRI volvía a gobernar después de un trienio opositor. Con el tiempo, los sucesivos gobernadores azules comprendieron que debían apoyar a los grupos panistas para consolidar en los demás municipios un voto duro a favor del PAN que impidiera el resurgimiento del PRI. Esta situación se mantiene hasta nuestros días. La tasa de retención del PAN es muy baja (pierde muchos municipios cada tres años), aunque su tasa de recuperación equilibra el marcador (vuelve a arrebatarle muchos municipios a la oposición en cada elección). Pero MORENA no se puede dar el lujo de permitir la alternancia en los municipios que gobierna, porque eso implica perderlo todo o casi todo. Pero la mayoría de los regidores, directores y funcionarios de nivel medio de los gobiernos municipales de MORENA, no están llegando a aportar. Llegan a aprender. La curva de aprendizaje suele ser muy larga y se pierde un tiempo valioso, que termina siendo crucial ante la alta expectativa ciudadana que los candidatos guindas generaron en campaña. Los retrasos de los municipios de Silao y Salamanca para designar a sus respectivos directores de seguridad pública y las fallidas gestiones para conseguir fondos etiquetados para proyectos de obra en el PEF 2022, nos muestran que no se han aprendido las lecciones del pasado. Los nuevos alcaldes morenistas se está tropezando con las mismas piedras que los alcaldes morenistas del trienio anterior. 

Luego de la debacle electoral de junio pasado la dirigencia de MORENA intentó construir un discurso de victoria para poder enfrentar la ola de críticas y cuestionamientos en su contra. Pero reculó a los pocos días, al percibir que ni los ex candidatos, ni la militancia aceptaban los retorcidos argumentos que se estaban inventando para prender velas y lanzar confeti en pleno velorio. De este modo empezó la búsqueda del chivo expiatorio electoral perfecto. Y el personaje que reunió todos los requisitos para ello fue Mauricio Hernández Núñez. 

Varios grupos al interior de MORENA señalaron al superdelegado como el principal responsable de la derrota de los candidatos de la 4T. Esto provocó una ruptura entre Mauricio y el grupo de Ernesto Prieto. Los nuevos comités municipales de MORENA, a los que Prieto está tomando protesta, se están conformando sin la participación de la estructura de servidores de la nación. Por su parte, la estructura de Mauricio Hernández se puso a las órdenes del Senador Alejandro Peña y están conformando comités de defensa de la 4T. Una estructura paralela que cuenta con el aval y respaldo de Mario Delgado. Sin embargo, Ernesto Prieto también tiene padrinos en la Ciudad de México. Su propio padre, quien está al frente del INDEP y Xóchitl Zagal, secretaria de organización del Comité Ejecutivo Nacional, quienes están impugnando las facultades que Mario Delgado y Alejandro Peña tienen para absorber ellos solos el proceso de afiliación de militantes. Por tanto, es posible que a nivel nacional haya dos registros de afiliación que conformarían dos padrones de militantes paralelos en MORENA. En cierto sentido, la división entre Prieto y Mauricio Hernández es también una expresión de la división que existe a nivel nacional entre dos corrientes morenistas. Quizá el día de mañana arreglen sus diferencias, pero al día de hoy Ernesto y Mauricio son enemigos. 

Pese a ello Ernesto Prieto tiene razón en algo. Hubo un crecimiento electoral de MORENA en las votaciones para distritos y municipios. De hecho, MORENA subió de 56 a 78 regidores en todo el estado. El problema es que los candidatos de la 4T obtuvieron muchas “medallas de plata”, es decir, llegaron en segundo lugar en 14 municipios y solo obtuvieron 3 medallas de oro ¿Cómo fue posible que a pesar de todos los conflictos internos MORENA haya mejorado sus niveles de votación?

Sobrevienen varias explicaciones. De acuerdo con los últimos reportes del INEGI el porcentaje de la clase media en Guanajuato se ha reducido en los próximos 15 años. La economía del estado se encuentra prácticamente estancada desde el último tercio del gobierno de Miguel Márquez. La tasa de desempleo abierto se ha incrementado. La inseguridad sigue afectando la votación del PAN en varios municipios. Es decir, el crecimiento electoral de MORENA está ocurriendo debido a razones estructurales y cambios en la situación socioeconómica del estado de Guanajuato. MORENA está creciendo en Guanajuato, pero no gracias a sus dirigentes, sino a pesar de ellos. 

Esto lo saben perfectamente tanto el gobernador, como su primer círculo de colaboradores. Como la base de votantes azules no crece y que el voto anti PAN se incrementa, gobierno del estado se ha planteado varios objetivos: evitar que la votación del PRI se desplome (y que esos voten se pasen a MORENA), evitar a toda costa una alianza entre  MORENA y el PVEM, inclinar los órganos electorales todo lo que se pueda en contra de los partidos de oposición (el desempeño del IEEG en el pasado proceso electoral fue parcial, por decir lo menos), asfixiar financieramente a los municipios de la “oposición mala”, coadyuvar para que la división al interior de MORENA se mantenga, absorber liderazgos de independientes o de otros partidos, etc.

En la cúspide de su fuerza electoral, el PAN consiguió más del 60% del voto del electorado guanajuatense. Pero en varios municipios, el PAN ya solo tiene la tercera parte del voto, aunque en muchas ocasiones suele ser el tercio más grande. Para evitar derrotas de Acción Nacional en distritos y municipios, la estrategia del gobierno estatal consiste esencialmente en evitar que los dos tercios restantes se unan en su contra. Y hasta el momento lo ha conseguido con creces.

    Pero de las negociaciones de Charly Alcántar con Alejandro Arias y Sergio Contreras, la respiración boca a boca que el gobierno estatal brindo a varios alcaldes priistas en la elección (sacrificando a algunos candidatos del PAN), la compra de resultados de encuesta con fines propagandísticos y las negociaciones en ciernes con grupos delictivos para estabilizar a varios municipios que recuperó el PAN, ya habrá ocasión de referirnos en otra oportunidad.

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