CORREGIR EL RUMBO.




CORREGIR EL RUMBO.

Por José Luis Ramírez. 


Celaya vive momentos de desolación, que no comienzan ni terminan con la ejecución de una persona mas, o una persona menos, del estrato social que sea. Durante 22 años la omisión de la ley, la complicidad, la corrupción y la impunidad en el ejercicio del gobierno, abonaron este clima de violencia y delincuencia que hoy padecemos todos. 

Sin ninguna brizna de dignidad y conciencia, los expresidentes municipales siguen decidiendo el destino trágico de nuestro municipio, con ellos, la seguridad municipal y el desarrollo social, se vieron vulnerados, y lejos de poner el acento en su corrección se dejó pasar. Testimonio de ello, es que cientos de policías municipales han sido despedidos en esta administración, y repuestos en condiciones de privilegio con policías ajenos a la ciudad, y a la problemática municipal, a pesar de ello, día a día, la situación empeora. 

Lo señalé al inicio de esta administración, sin autoridad moral y política, ningún esfuerzo prosperará, lejos de ello, el gobierno municipal se ha conducido de manera errática y repitiendo los viejos vicios de las administraciones pasadas, es una copia al carbón, pero caducada, incapaz de abordar problemáticas sociales con sensibilidad, empatía o creatividad. La administración es un organigrama de la soberbia y la ineficacia, todo es negocio y negociable. El resultado está ante nuestros ojos.

A diez meses de haberse iniciado esta administración y gobierno municipal los ciudadanos vivimos a dos fuegos, y en medio de un gran vacío de autoridad moral y política que ensombrece la esperanza de un cambio. Hoy estamos consternados todos por todos; estoy convencido que el dolor familiar pesa lo mismo en cualquier hogar y lugar del mundo, por eso creo que reconstruir Celaya, es una tarea ciudadana, en donde el ejemplo de honestidad personal, deba ser el eje del cambio, el eje de una vida nueva que todos merecemos. 

No hay necesidad de mirar al espejo de la muerte y la desolación para entender que nuestra fragilidad, y vulnerabilidad nadie la va a proteger, que requerimos nuevas formas de entendimiento y cooperación para avanzar. Hoy la compasión hizo lo que el miedo cómplice y cómodo no pudo, rompió el silencio, pero eso no es, ni será suficiente para poner el gobierno municipal al servicio del pueblo como condición para superar la desconfianza y la inequidad. 

Los gobernantes sin escrúpulos, sin moral han orillado al pueblo a la barbarie, nuestra historia es de trabajo, de superación, de amor a la familia, pero las puertas no se abren para todos, solo zanjas y olvido para muchos. El camino será largo para sanar tantas heridas en todos, pero hay que retomarlo.



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