La Gran Esperanza para Guanajuato

La Gran Esperanza para Guanajuato



No podemos permitir resignarnos y dejar que Guanajuato quede deambulando en el vacío, a la deriva, hundido en la violencia y la inseguridad. Me rehuso a resignarme, a que en Guanajuato, a pesar de sus tremendas oportunidades y fortalezas que brindan sustento hacia el futuro, lo que impere hoy es justamente un clima de incertidumbre y consternación.

Mi generación tiene el reto de acabar con el miedo y de renovar la esperanza. Y tenemos la creatividad, la competencia, la capacidad de lograr todo lo que nos proponemos. 

Detrás del miedo, los temores, la tristeza,  las preocupaciones, y el miedo que se le ha impuesto a nuestro Guanajuato en la última década, prevalece en nuestro pueblo una voluntad y un gran impulso a la transformación.

En todo Guanajuato se percibe la necesidad de un cambio.

En nuestro pueblo del bajío se ha perdido la dirección. A pesar del terrible saldo que dejan quienes no supieron qué hacer; nosotros tenemos un proyecto político, social, económico, ambiental, sostenible.

En estos años donde los mismos de siempre han gobernado durante décadas y siguen empecinados en no reconocer sus errores y en no reconocer que nos despojaron de la democracia; este estado disfuncional nos ha llevado al abismo. Nuestros dirigentes han sido incapaces de procurar y crear las mínimas condiciones de seguridad pública, y esta es base de la calidad de vida de cualquier persona.

No se puede hablar de calidad de vida, educación, empleo digno y seguridad social de calidad si no tenemos paz social, seguridad pública. Aún así, con todo ello, nosotros contamos con el ímpetu necesario para construir un Estado Eficaz, recuperar la gobernabilidad; y contamos con la fuerza para poder alcanzar un nuevo acuerdo social y hacerlo realidad por nuestra justicia y democracia, el mayor clamor del pueblo. Esto, en los hechos, nos permitirá a todos los ciudadanos de Guanajuato poder gozar de la libertad necesaria para realizar nuestros sueños en nuestros proyectos de vida que nos fijemos en nuestro propósito de desarrollo sin permitir que la violencia, etnia, clase social, género sean un impedimento para alcanzar nuestra plenitud.


Yo creo que es posible, pero no es una tarea de una sola persona, tenemos que sumarnos, unirnos, encauzar nuestro acuerdo social en una misma bandera: democracia y justicia.


Sí podemos.



Erick Xavier Huerta


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