MOSAICO DE PALABRAS: Acciones mundiales. Semana de Justicia Social en Nueva York




MOSAICO DE PALABRAS: Acciones mundiales. 

Se llevó a cabo con gran éxito la semana de justicia social en Nueva York. 

Días de discusión y exposición sobre implicaciones políticas, económicas, ambientales. La semana de justicia social fue impactante y tremendamente relevante. Por eso, para culminar, debíamos cerrar con un portento de experiencia en nuestro diálogo social en Nueva York ante autoridades, académicos y comunidad que ha buscado en esta coyuntura acciones justas y pertinentes para resolver las crisis que apremian. Brindé una conferencia magistral con la misiva de cerrar la semana de trabajo de forma emotiva y significativa. En tanto, tomé la intención fundamental de profundizar en la reflexión que implica el lenguaje y la comunicación para poner en práctica un ejercicio con la comunidad migrante latinoamericana, a través de una introspección profunda en el eje diacrónico de nuestras intra biografías para ubicar la fortaleza y la inspiración de haber atravesado una experiencia que se originó en cada individuo migrante por un anhelo de plenitud de ser.




Debíamos poder responder con claridad que el amor, nuestro anhelo, hizo que se tomara una decisión para concretar un proyecto de vida, conseguir mejor calidad de vida, crecer, cumplir con nuestro anhelo más profundo, porque estamos en busca del amor, de hacer crecer el amor. Y es que cuando hablamos de fidelidad, solo se es siempre fiel a uno mismo. ¿Qué estamos buscando?



Porque todo lo que hacemos está imbricado en esa emoción (el amor), y por eso hacemos lo que hacemos: estudiamos, nos vinculamos en pareja, fundamos una familia, tenemos hijos, trabajamos, hacemos deporte, hacemos arte, viajamos, migramos, porque queremos amar. 

Esta introspección nos ayudaría a poder ubicar una frase que inspirara al fortalecimiento de la cohesión social entre la comunidad migrante y conseguir más sentido y plenitud en los vínculos y en el proyecto de vida de cada uno de nosotros para poder ser conscientes de que podemos ser gestores de la paz y promotores de la armonía social; porque hoy día, el tema fundamental es la lucha por los derechos de los migrantes, por su respeto, y la lucha implica exigencia, alzar la voz, mostrar valentía y rigor y eso implica amor y no miedo. Sin embargo, muchas de las experiencias de los migrantes son de tremendo temor, por haber de pronto sentido que no había razones suficientes para seguir viviendo en el lugar de origen porque de pronto aparece una esperanza de saber que se puede estar mejor. En el trayecto, muchas personas experimentan experiencias significativas que les llenan de mayor confianza ontológica, pero muchas otras personas experimentan vivencias de profundo dolor y violencia que les albergan traumas, nudos de significación y pierden calidad de vida al llegar al lugar que quisieron para conseguir una mejor vida y cargan con un terrible sufrimiento que no les permite consolidar ni conseguir la calidad de vida que realmente buscan. Hay situaciones que solventar, porque dentro de mis muchas conversaciones con la comunidad, escuché de rencores por injusticias que se han experimentado en los lugares de origen y por injusticias que se han experimentado en los destinos en los que ahora conducen sus vidas. Necesitamos dialogar y encontrar la manera de habitar nuestra paz para, desde ese lugar, encontrar las soluciones para construir mejores plenitudes, y sanar. Requerimos sanar nuestros proyectos de vida para que, en consecuencia, desde la paz, edifiquemos nuestra plenitud. Porque lo hemos dicho, en reiteradas ocasiones, con firmeza y rigor “que la paz no solo es necesaria sino indispensable para edificar un proyecto de vida”; y es que no vamos en busca de nuestras esperanzas e ilusiones para perderlas, sino para experimentarlas, y no es justo que por el miedo nos sean arrebatadas ilusiones y nuestros grandes sueños. 




¿Qué frase puede responder el anhelo más profundo de un migrante?

El ejercicio fue tremendamente poderoso, lleno de portento. En un muro, la comunidad inmigrante, originarios de Guatemala, el Salvador, Honduras, México, Nicaragua, entre otros países, escribieron frases, pintaron dibujos y el resultado fue la expresión de un muro de palabras que narraba la motivación del amor, en busca del amor, en necesidad de experimentar el amor, por la paz y por la armonía, por la necesidad de ser consciente de que somos felices, por el sacrificio de dar a la familia una vida mejor. 




La historia era de agradecimiento y también muchos casos eran la expresión de la redención, el clamor por sanar el alma, por dejar la carga de pronto de mucha violencia que se atravesó en el camino y que se presentó en el nuevo lugar donde se asentaron. 

Juntos podemos construir una comunidad con plenitud, armonía y paz. 

Para eso estamos aquí, para escucharnos, porque el lenguaje nació para hacernos colaborar.


Erick Xavier Huerta



 

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