Entre la verdad y la mentira

Entre la verdad y la mentira



G. Saúl García Cornejo


¿En la realidad se puede considerar que hay “algo” entre la verdad y la falsedad? ¿Se trata de una especie de “red” que nos puede atrapar? 

A primera vista, se trata de una contraposición. Y se ha tomado históricamente, como lo correcto y lo incorrecto. Algo así como la luz contra la sombra. Umberto Eco, dijo: “La verdad se entiende en comparación con la mentira.” Igualmente, como ya se ha dicho en esta colaboración, “La Verdad os hará libres”, como una premisa o fórmula salvadora. En fin.

Para los filósofos clásicos, incluso, se puede decir, “ortodoxos”, la Verdad es inherente al Ser, al Humano. Una especie de transparencia luminosa, por asimilar la Luz, con la Verdad. Y bueno, no es adecuado aquí, profundizar, sólo enunciar para ubicarnos. Luego, la mentira en contraposición, -y que eso nos pone ya, en un conflicto- se opone a esa transparencia y así, la falsedad es oscura, ciega.

¿Qué pasa cuando la realidad o los hechos, resultan una falsificación? ¿El ser humano es por antonomasia, un mentiroso? Incluso, se miente a sí mismo, para acomodar “la realidad” a sus propios intereses o deseos. Recordemos que Nietzsche quien, en su escrito “Verdad y mentira en sentido extramoral”, define la realidad como una colosal simulación, una falsificación del Hombre, y su lenguaje mentiroso. En la propuesta del filósofo alemán, ese Ser, carece, incluso, de sentido, atenido a un “fatum”, es decir, una especie de Oráculo, un destino manifiesto, en un pernicioso círculo de retorno per se. O de plano, al designio divino y que no hay salida pues, porque “ya está escrito.”

Hoy, en plena campaña electoral, ahora sí, legítima, los ciudadanos, tanto en una visión nacional, como local, vemos o escuchamos cada propuesta, y si ponemos cuidado, resulta que se trata de un discurso circular, es decir, “más de lo mismo”. No hay frescura, menos innovación, sino un burdo continuismo con todo lo que implica de pernicioso. Y lo más grave: Un discurso mentiroso. Y sólo como una muestra: ¿Puede usted, estimado lector –de cualquier género- nombrar al menos tres situaciones cumplidas por algún candidato, ya en función de representación popular? Y más, que esa promesas hayan sido o sean de eficacia.

¿Cómo calificar que, “viene lo mejor”? O, más grave, que haya un individuo y su grupúsculo que ande en campaña electoral, cuando no está registrado y/o aprobado como candidato, que los medios le den espacio cuando no es candidato (¿Falta de profesionalismo periodístico, o simple descuido?) y peor, que dicho individuo se la crea, o más en el fondo que trata de engañar a sus correligionarios, a los medios y, a los ciudadanos. Para colmo que haya profesores del campus Celaya-Salvatierra, que lo recomienden a sus alumnos para que voten por él. Por qué tal osadía, mediante un “madruguete” de rancho. O acaso es privativo de los Morenistas: ¿No aplicar las reglas? Si no reúne requisitos en caso de que sea propuesto formalmente ante el IEEG, ¿Culpará a éste? Estamos en el subsuelo electoral. En fin.

Los sofistas son, hoy, “los triunfadores”. La Demagogia, herramienta preferida para enarbolar posturas político-partidistas. ¿Qué nos espera? ¿Todavía aguantamos más engañifas? Y aunque no concuerdo con los del otro “PAN”, cada día los entiendo más. Entre la verdad y la mentira, no hay nada. Al menos que si existiera algo en medio, se le llamaría “esperanza”.


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