LA ESPERA, DESESPERA… O por qué debemos o no, esperar.
LA ESPERA, DESESPERA… O por qué debemos o no, esperar.
G. SAÚL GARCÍA CORNEJO*
“Cuando me desespero, recuerdo que a lo largo de la historia siempre ha ganado el camino de la verdad y el amor.”
Mahatma Gandhi**
Cómo analizar los hechos que se entrevén o, así se plantean, de manera superficial, no de fondo pues. Resulta riesgoso y se puede equivocar quien observa y opina, desde la cornisa, o fuera del tablero político para quien gusta hacer comparaciones, por ejemplo, con el “juego del ajedrez”, apreciación sí, bajo una licencia de opinión, pero fuera de tono, pues dicho “juego”, es de inteligencia, no de ocurrencias como es ahora “normal”. Luego, es difícil, incluso, se presta a elucubraciones maliciosas, precisamente, por no saber bien a bien, las causas reales. Y pues, “hay que opinar”, como sea.
¿Qué pasa hasta ahora, con el nuevo régimen municipal? ¿De verdad está al borde de las “novatadas”? ¿Están dominando dos o tres cercanos al presidente? ¿Es creíble que lo “manejen”? Lo que parece más acertado, de acuerdo a los hechos visibles, es que alguien cercano anda desbordado y quiere a como sea, desahogar el papel –que sueña- del edil mayor, a pesar de que ese “cercano” está construyendo su propio fracaso, sumado a los anteriores en sus intenciones de ser “político”.
Hay que empezar con señalar que, en el caso particular de Celaya, mucha gente, casi toda –aun con un ápice de comprensión- está harta de la violencia, de falsas promesas, de administraciones a modo y fallidas para la generalidad de ciudadanos. Sin embargo, cabe decir que hay causas diversas por las que, parece “no caminar”. Entre esas el ego, la avaricia política a destiempo, la confianza que lograron del profesor –y ahora traicionan-. Al final él, a los ojos de la Sociedad, será responsable hasta de lo que no haga o deje de hacer: Poner orden y poner funcionarios que sí sirvan al interés popular.
Es hoy muy evidente que los Partidos Políticos y las Instituciones de un llamado “nuevo régimen”, con una visión –distorsionada o no- de la realidad social –a modo o no- ya no son operantes reales, incluso, sin exagerar dicho, ni encuentran la respuesta a las necesidades sociales en general, y en particular a los menos favorecidos, sin óbice de pregonar que se les protege y defiende. Tal vez el punto relevante, sea que falta tiempo para poder hacer un diagnóstico, en contradicción que ya son décadas de esperar que ahora sí, funcionen. Falta la autocrítica.
Luego, la fórmula pertinente, cada día más entendible, es que se requiere trabajar desde la ciudadanía, en una tan cacareada como inútil o ineficiente participación cívica, ese punto al igual toral, es el que hay que afinar y consolidar. ¿Intentar participar en una política abierta? ¿Acercarse –aún con la mejor intención- para colaborar en la construcción de políticas públicas? Es todavía un anhelo fallido de antemano, que resulta ineficaz, pues los “políticos” que por una razón válida o aviesa, lograr su personal acceso a la representación popular, son los primeros en degradar la fórmula democrática por la que llegan a la función política y son los primeros en cerrar sus puertas (Por ego, mareo, ignorancia, despropósito, corrupción, etcétera). Entonces, para que perder el tiempo por aquellos que creyeron, por los que votaron, y los que no, con esos funcionarios, que no es necesario nombrar al ser de todos –de propios y extraños- conocidos, en un hecho notorio: NO VAN A DEJAR PASAR AL CIUDADANO, con todo y el teatro mal montado de sus promesas de campaña, y finalmente no accionarán más que para intereses creados.
Otro problema al igual trascendente, es: ¿Por qué tenemos los ciudadanos que esperar más, luego de decenas de años de lo mismo, para los mismos fracasos, la ingobernabilidad, la peor gobernanza?
No basta la sonrisa de oreja a oreja, los buenos augurios (Sólo en anuncio), los rollos que ya no pasan el mínimo de la credibilidad. ¿Esperar a que aprendan el oficio político? ¿No dicen estar preparados, incluso, con años “planificando”? Los capacitan, toman cursos, dicen estar bien parados con Claudia, en fin. Y por supuesto muy puntuales al cobrar sus quincenas mal devengadas (Incumplimiento, indolencia, avaricia política, ignorancia administrativa, y un largo y dañino etcétera) Pero no se ve avance sustancial, ni ganas. Si no, porque la violencia desatada y cada día con más crueldad y encono. ¿Esperar a que doña Isela se compadezca de los Guanajuatenses y en especial, de los celayenses? Sirva sólo de botón de muestra pues, como decía el paisano Raúl Velasco: “Aún hay más”.
Otro anhelo de las personas bien nacidas, es pensar o esperar la ética, el escrúpulo que detone en la renuncia inmediata de todos esos mal denominados funcionarios, entre los que están incrustados desde el interés azulalbo y peor, con malos antecedentes de mala o fraudulenta administración (¿Necesitan ser nombrados?) Que recuperen –si es que tienen o han tenido- un poco de gallardía, de vergüenza, de honradez; o los que calzan el disfraz de “izquierdistas”, pero respiran neoliberalismo, oportunismo y desfachatez. ¿Eso merecemos los celayenses? Vaya, dispensen el exabrupto, pero ya estuvo de tanto tolerar corruptos, y no digan que, no hay de otros. En fin. Cuídense.
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