Christian Marclay: The Clock
Christian Marclay: The Clock
24 horas de una experiencia cinematográfica. Un innovador montaje intenso. Cada escena muestra un reloj que nos indica el tiempo, sincronizado con el tiempo real del espectador. Un portento.
Es un reloj cinematográfico que cuenta el tiempo real en el que vivimos. No hay un comienzo propio, así pensamos constantemente sobre el tiempo.
Reservé mi participación para poder ser espectador de la obra Christian Marclay: The Clock, que se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York (MoMA).
El tiempo se escurre, y pensamos y reflexionamos así en nuestra mortalidad, frente a estas escenas que aguardan tensión y ansiedad, por qué no sabemos lo que pasará. Es justamente nuestro presente, lleno de incertidumbre.
Pasamos de un evento a otro, a veces conscientes, a veces distraídos, el mayor tiempo pasando el tiempo, matando el tiempo. ¿Qué hacemos con el tiempo que se nos ha dado? Vamos por la supervivencia, o vamos por la experiencia, pasando por miles de emociones, tiempos de enojo, tiempos de regaño, tiempos de desesperación, tiempos y vida viviendo con prisa, con miedo, con angustia, con desesperación. Tiempos que se viven con amor, flotando, con fantasías, con quejas, con distracción. ¿Qué hacemos con el tiempo que se nos ha dado?
Personalmente fue una experiencia sumamente impresionante y agradable, primero porque estaba viendo ininterrumpidamente todas las escenas de mis películas favoritas, con mis actores y directores favoritos, una escena tras otra, pero a cada instante iba profundizando en una experiencia introspectiva realmente trascendente que impacta y afecta profundamente toda mi cosmovisión. Era justamente como estar observando mi propia vida, y todo lo que ha venido ocurriendo donde muchas veces hemos estado dormidos, deambulando mecánicamente sin tener conciencia de lo que estamos sintiendo y cómo dirigir en conciencia nuestra atención hacia el centro de nuestro propio ser, librándonos del yugo de los estímulos externos en el torbellino de la vida que nos deja poco para poder procesar y responder deliberadamente con nuestro libre albedrío.
Queremos ser libres.
En una representación de la vida cotidiana que hurga en su sentido a través de la exposición de varios fragmentos de la cinematografía, estamos atentos a una experiencia portentosa sobre un reflejo que nos comienza a llevar a una introspección verdaderamente profunda sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos y hacia donde nos dirigimos. Es un ejercicio introspectivo que de pronto nos hace despertar. Marclay hizo un circuito de 24 horas que reflejan la hora exacta del tiempo que está ocurriendo en la escena con el tiempo en que vemos esa escena, un portento. El tiempo cinematográfico sincronizado con el tiempo actual y real del espectador, así vemos a los personajes en distintas historias mirar el reloj y estar viviendo en ficción la hora dentro su narrativa. ¿Cómo construyes la narrativas de tu vida? Estamos viendo distintas escenas, vidas paralelas, vidas que están ocurriendo en todo momento, todo ocurre ahora, todo lo que sucedió, todo lo que sucederá, en el portento del tiempo presente.
Es tiempo de despertar, y de tener deliberación consciente con el tiempo que tenemos, con absoluta libertad, porque libertad es relación, queremos elegir en base a nuestra fuerza libre, no bajo el yugo de condicionamientos, queremos despertar a nuestra propia voluntad, para que esa voluntad conduzca nuestra energía, se despliegue en el servicio de la creatividad para hacer del mundo un lugar mejor para estar.
Este es parte de mis mensajes, en Nueva York.
Erick Xavier Huerta Sánchez.
Comentarios
Publicar un comentario