MoMA: The Museum of Modern Art, New York City

MoMA: The Museum of Modern Art, New York City



MoMA

Crecer en sabiduría es descubrir el mundo en la mayor inocencia, amanecer todos los días, amar nacer, descubrir todo nuevo con el ímpetu del entusiasmo por conocer, aprender, escuchar, realizarnos, cuidarnos, crecer. Y eso, es en cada experiencia, configurando cada momento como una experiencia, y será experiencia en la medida de la mayor emoción del amor con la que podamos vincularnos a toda apreciación de lo que está ocurriendo en la forma en que contemplamos la relación que tiene nuestro ser con todo el universo creativo del cual formamos parte. 

En la oportunidad que tuve de asistir al Museo de Arte Moderno, pude reflexionar sobre una tremenda experiencia de auto reflexión gracias a esta profunda inmersión en mi ser de acuerdo al recorrido que tuve.

¿Qué estamos expresando hoy en toda nuestra vida cotidiana? ¿Cómo nos vestimos, qué apreciamos, valoramos y cómo ordenamos nuestro acontecer? Todo ello habla de lo que llevamos dentro y de lo que estamos apreciando en una búsqueda incesante por descubrir quiénes somos y vivir en armonía nuestros vínculos de relación, en amor, no en conflicto. La gente busca aminorar el conflicto. 

Toda esta historia en este orden mundial donde la economía pondera marcarnos el camino de nuestro desarrollo, ha despertado un tremendo apetito por resolver nuestra identidad, acorde a nuestro libre albedrío, no a ninguna imposición o manipulación, por lo que nos dicen que debemos aprender y ser. No queremos ser un falso ser, queremos ser genuinos y en ese apetito nos encontramos con la motivación de arrojarnos a explorar nuestro propio ser. Sin embargo, mucha humanidad vive atrapada en la confusión, pide a gritos orientación, guía para poder auto descubrirse, empoderarse, crecer en libertad y en amor. 

Hay una gran exhibición sobre la lucha por los derechos humanos, y ejemplos emblemáticos como la historia de Rigoberta Menchú, en su labor como activista, que participó fuertemente en campañas de denuncia y fue así reconocida con el Premio Nobel de la Paz. Menchú, originaria de Guatemala, pugnó por defender los derechos humanos, la justicia social y la paz, y denunció justamente la violación de estos derechos en los pueblos indígenas de Guatemala, su propia familia fue víctima de la violencia del régimen militar guatemalteco, cosa que le motivó a involucrarse en política y defender la causa social por la libertad en su más temprana juventud. Este tipo de luchas tuvieron eco y han podido prosperar siempre más cuando los artistas e intelectuales se solidarizan en la creación de obras pictóricas, y de escritura. 



Otra historia tremendamente portentosa, una galería fundamental fuente de inspiración, es el ejemplo de vida de Sheba Chhachhi, India nacida en Etiopía en 1958. Sheba es fotógrafa, activista también por los derechos de las mujeres, escritora, cineasta y artista. Tiene un gran reconocimiento en Nueva York en esta galería fundamental de la lucha por los derechos humanos, la expresión del arte del ser en busca de su emancipación a través de su cualidad inherente, la libertad. En este sentido, el museo de arte contemporáneo muestra esta rebeldía contra el sistema establecido que muchas veces se está equivocando en hacer valer una “cosmovisión” consensada por “la ley” que debe cuestionarse cuando no está a la altura del ser humano y permite atropellos, vistos por la ley como buenos y congruentes cuando no es así. Siempre debemos estar pugnando porque en los hechos, se enaltezca la libertad y las cualidades del ser humano, pues muchas veces la ley y los modos y las tradiciones culturales dan paso a involucionar en nuestro ámbito social. Tenemos que estar atentos de estar despiertos y no quedarnos dormidos.

¿Qué pasa al respecto? Bueno, en el lugar donde se pugna por la libertad y en cada billete del dinero se pugna por honrar la creencia en Dios, pues en la década de los 60’s y de los 70’s, Estados Unidos de Norteamérica sufrió tremendos estragos, crisis sociales severas, producto de fuertes divisiones sociales, protestas masivas y llamados a los cambios sustanciales que tenía que sufrir el país inminentemente si quería progresar y alcanzar a ser un mejor líder para el mundo. 



Simone Forti también tiene reconocimiento en el museo, reconociendo su trayectoria y sus contribuciones al arte. Ella es italiana, artista, bailarina y coreógrafa y escritora. Pero lo más importante que resalta en la exhibición son sus contribuciones al baile, donde generó importantes innovaciones por deconstruir las reglas y normas apegándose a los impulsos naturales y a la observación de los propios movimientos de los animales, parte familiar de convivencia con el ser humano, eran técnicas no tradicionales que no buscaban costumbres. 



El consumo desmedido del ser humano, de pronto también habla de su facultad para poder destruir, dar paso a recrear algo nuevo, dar paso al nacimiento de algo nuevo provocando la crisis, muchas veces de forma inconsciente por las deudas que no han sido saldadas, aplazar la capacidad de sanación por permitirnos ser negligentes con nosotros mismos y no priorizar lo verdaderamente importante, nuestra paz interior. 

¿Vivimos en la era de la máquina?

¿Cuántos conflictos hay en el mundo por no poder comprendernos como seres humanos? ¿Cuántos conflictos hay por no armonizar nuestro ser? ¿Cuántos conflictos hay por buscar amor a través de los impedimentos del sufrimiento humano causado por pensamientos, emociones y sensaciones?

¿Qué máscaras nos hemos puesto? Primero hemos confundido nuestro ser con los impulsos y necesidades en la propia naturaleza de nuestro cuerpo, hambre, sed de compartir y de limpiar y de crear. Y con eso, también pensar que no somos nosotros sino lo que hemos convenido cuando tratamos de sobrevivir y sabemos que necesitamos de otros seres, buscando seguridad, buscando pertenencia, buscando calma. 

¿Es nuestro cuerpo humano una expresión de las ideas? ¿Quién nos creó desde antes? ¿Qué idea concibió nuestro cuerpo?

Principalmente el arte debe cuestionar nuestro ser, y responder con lucides ¿Qué estamos haciendo como seres de la humanidad? ¿Qué tiempos vivimos que nos hacen actuar como actuamos? ¿Qué valoramos? En esencia, todo lo que hemos venido construyendo como humanidad proyecta nuestra cosmovisión, refleja nuestro universo interno, muchas veces caótico, pocas veces en armonía y en paz. 

¿Qué significa el eco de un grito? Esta emoción, la buscó plasmar en una pintura David Alfaro Siqueiros, el miedo, el temor, el horror, el pavor, de la violencia por la guerra. ¿Contra quién luchamos? Los niños y las nuevas generaciones buscan caminar en paz. Un grito por el desamparo. ¿Quién nos ama? No nos vemos reflejados en los demás. Nos confundimos cuando sentimos que podemos solos, sin nadie. 

Desde 1929, este Museo de Arte Moderno es un emblema en el mundo, por su vanguardia contemporánea y su acento en explorar al ser de hoy en esta época que atravesamos. Aquí se exhiben obras de Frida Kahlo, del gran Andy Warhol, de Pablo Picasso y de Ai Weiwei.

Hay diseño, arte escénico, fotografía y cine. 

Nueva York ha sido una ciudad emblema por hacer converger un punto de encuentro de grandes ideas en todo rubro de la humanidad, político, social, artístico, de toda idea en la vanguardia del auto descubrimiento que tiene el ser humano en la humanidad. 

Vi la obra de Henri Matisse.

Matisse dijo que el pintor no tenía que ostentar la preocupación de llenar su obra de detalles; buscaba que la plasticidad de sus obras pictóricas representaran finalmente el simbolismo de la emoción que tenía que estar ahí en la exhibición. De igual forma aprecie las obras de Meret Oppenheim. Está la obra de Joan Mitchell, de Romare Bearden, Montien Boonma, Vincent Van Gogh, Andy Warhol, Tauba Auerbach y Man Ray. 

Por su parte, en la exposición de Christian Marclay: The Clock, puedo decir lo siguiente.  24 horas de una experiencia cinematográfica. Un innovador montaje intenso. Cada escena muestra un reloj que nos indica el tiempo, sincronizado con el tiempo real del espectador. Un portento. 

Es un reloj cinematográfico que cuenta el tiempo real en el que vivimos. No hay un comienzo propio, así pensamos constantemente sobre el tiempo.

Reservé mi participación para poder ser espectador de la obra Christian Marclay: The Clock, que se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York (MoMA). El tiempo se escurre, y pensamos y reflexionamos así en nuestra mortalidad, frente a estas escenas que aguardan tensión y ansiedad, por qué no sabemos lo que pasará. Es justamente nuestro presente, lleno de incertidumbre. 

Pasamos de un evento a otro, a veces conscientes, a veces distraídos, el mayor tiempo pasando el tiempo, matando el tiempo. ¿Qué hacemos con el tiempo que se nos ha dado? Vamos por la supervivencia, o vamos por la experiencia, pasando por miles de emociones, tiempos de enojo, tiempos de regaño, tiempos de desesperación, tiempos y vida viviendo con prisa, con miedo, con angustia, con desesperación. Tiempos que se viven con amor, flotando, con fantasías, con quejas, con distracción. ¿Qué hacemos con el tiempo que se nos ha dado?

Personalmente fue una experiencia sumamente impresionante y agradable, primero porque estaba viendo ininterrumpidamente todas las escenas de mis películas favoritas, con mis actores y directores favoritos, una escena tras otra, pero a cada instante iba profundizando en una experiencia introspectiva realmente trascendente que impacta y afecta profundamente toda mi cosmovisión. Era justamente como estar observando mi propia vida, y todo lo que ha venido ocurriendo donde muchas veces hemos estado dormidos, deambulando mecánicamente sin tener conciencia de lo que estamos sintiendo y cómo dirigir en conciencia nuestra atención hacia el centro de nuestro propio ser, librándonos del yugo de los estímulos externos en el torbellino de la vida que nos deja poco para poder procesar y responder deliberadamente con nuestro libre albedrío. 

Queremos ser libres.

En una representación de la vida cotidiana que hurga en su sentido a través de la exposición de varios fragmentos de la cinematografía, estamos atentos a una experiencia portentosa sobre un reflejo que nos comienza a llevar a una introspección verdaderamente profunda sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos y hacia donde nos dirigimos. Es un ejercicio introspectivo que de pronto nos hace despertar. Marclay hizo un circuito de 24 horas que reflejan la hora exacta del tiempo que está ocurriendo en la escena con el tiempo en que vemos esa escena, un portento. El tiempo cinematográfico sincronizado con el tiempo actual y real del espectador, así vemos a los personajes en distintas historias mirar el reloj y estar viviendo en ficción la hora dentro su narrativa. ¿Cómo construyes la narrativa de tu vida? Estamos viendo distintas escenas, vidas paralelas, vidas que están ocurriendo en todo momento, todo ocurre ahora, todo lo que sucedió, todo lo que sucederá, en el portento del tiempo presente. 

Es tiempo de despertar, y de tener deliberación consciente con el tiempo que tenemos, con absoluta libertad, porque libertad es relación, queremos elegir en base a nuestra fuerza libre, no bajo el yugo de condicionamientos, queremos despertar a nuestra propia voluntad, para que esa voluntad conduzca nuestra energía, se despliegue en el servicio de la creatividad para hacer del mundo un lugar mejor para estar. 


Erick Xavier Huerta S.


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